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jueves, 18 de mayo de 2017

CRISTO TODO EN TODO

Señor Jesucristo, Palabra eterna del Padre y verdadero hombre, te adoramos. Sé Tú para nosotros siempre el misterio viviente de nuestra fe y de nuestra vida fundado en esta fe: Eterno Sumo Sacerdote y Sacrificio perpetuo, sé Tú mismo nuestra adoración del Padre en espíritu y en verdad. En Ti y contigo sea nuestra vida un servicio al Dios Infinito, Tú, sacramento de servicio a la Majestad Divina.

Vida del hombre, fuente de gracia, sé Tú mismo la vida de nuestra alma, la vida que nos hace participar en la vida de la Trinidad. En TI participamos en tu vida, Sacramento de vida sobrenatural de nuestras almas.

Redentor de nuestros pecados, vencedor misericordioso de nuestros pecados y de nuestras debilidades. Vivamos en Ti para que tu vigoroso amor obre eficazmente en nosotros, el amor, el único que puede vencer todo pecado ahora y siempre. Por TI y en Ti, guárdanos de todo pecado, Sacramento de la victoria sobre el pecado.

Lazo de amor, símbolo de concordia. Hazme estar unido a Ti con todos los que Tú me has mandado amar. Haz que todos nosotros pertenezcamos a Ti cada vez más. De este modo estaremos todos siempre más unidos con el amor por Ti, Sacramento del verdadero amor y de la verdadera comunidad.

Vencedor en el sufrimiento, Salvador crucificado. En Ti queremos sobrellevar las horas difíciles. Lo que nos acontece, que lo soportemos como participación en tu destino para que sea para nosotros camino hacia la luz pascual, por Ti, Sacramento de comunidad de dolor entre Ti y nosotros.

Señor de eterna majestad. Que siempre miremos con fe y valentía hacia la eterna vida. Cuando te recibamos, que tu Cuerpo sea prenda de la eterna gloria. Sacramento de vida eterna, haz que se cumpla el último deseo de nuestro corazón: adorarte en la visión beatífica, a Ti con el Padre y el Espíritu Santo eternamente. Amén.

K. Rhaner

jueves, 4 de mayo de 2017

CRISTO DE MEDINACELI

La venerada Imagen del Cristo de Medinaceli, en Madrid.

La veneración a la milagrosa Imagen de Jesús se remonta a la primera mitad del siglo XVII, cuando los capuchinos de Sevilla encargaron una talla de Jesús para Mármora, en el norte de África, de cuya capellanía se hacían cargo. La plaza cayó en poder de las tropas del rey de Fez, Muley Ismael.

Destruido el fortín, los españoles fueron tomados como rehenes con todas sus pertenencias, entre ellas la imagen de Jesús. Cuando se consiguió liberar a los cautivos, también se pagó por el Cristo. La estatua viajó a Ceuta, de allí a Sevilla y después a Madrid, dónde entró el 21 de agosto de 1682, precedida de una leyenda de hechos prodigiosos y milagros. La imagen se instaló en una capilla propiedad del duque de Medinaceli, bajo la custodia de los monjes trinitarios.

En el siglo XIX, durante la ocupación francesa de España, la talla sufrirá numerosos traslados: a la calle del Desengaño, luego a la de San Martín, después a la de San Sebastián y a distintas comunidades de monjas, hasta que regresó a su primitivo emplazamiento en la capilla del palacio. En agosto de 1927 comenzaron las obras de la basílica actual, que da a las calles Cervantes y Medinaceli, que terminaron en 1930.

No habían acabado sus vicisitudes, pues a punto estuvo la iglesia de ser quemada en 1936: se roció con gasolina, pero los fieles consiguieron impedir la destrucción. Durante la guerra, el templo sirvió de albergue de milicianos. En febrero de 1937, un batallón de Margarita Nelcken encontró en el sótano la imagen buscando tablones para hacer fuego, pero el capitán José Escudero impidió que la destruyeran, hizo salir de allí a las tropas y cerró la puerta con llave. Comunicó el hallazgo a su comandante, Juan Manuel Oliva, y éste a la Junta de Defensa, que mandaba el general Miaja. Comenzaba su ultimo periplo.

La estatua fue considerada como tesoro artístico y reparada de los desperfectos que en ella había hecho la humedad. Por orden de la Junta, el tesoro artístico se traslada a Valencia y tras pasar por los castillos de Figueras y Perelada prosigue su marcha a Francia y finalmente, el 12 de febrero de 1939, a Ginebra, quedando instalado en el palacio de la Sociedad de Naciones.

Terminada la guerra se gestionó el traslado de los tesoros artísticos. Los RR.PP. Capuchinos tenían noticia del paradero de la imagen y a Suiza viajó el padre Laureano, de noventa y siete años. La operación de vuelta fue un éxito. El 14 de mayo de 1939, Jesús Nazareno volvió a entrar triunfalmente en Madrid en medio del fervor popular.

Todos los primeros viernes de mes acuden al besapiés miles de creyente, pero sin duda el primer viernes de marzo es el más concurrido, ya que congrega a varios millones de fieles venidos no solo de Madrid y alrededores si no de toda España. El templo permanece abierto desde algo antes de la medianoche del viernes hasta poco después de la medianoche del sábado.

domingo, 9 de abril de 2017

Qué es la Salvación?

Dios sabía que la humanidad pecaría y necesitaría ser reconciliada con Él. En el centro del plan de Dios para reconciliar a la humanidad pecadora con Él mismo está el mediador Jesucristo (ver 1 Timoteo 2:5-6). 
La palabra Salvación se define como“liberación del poder y efectos del pecado”. Todos hemos pecado (ver Romanos 3:23) pero no podemos salvarnos a nosotros mismos porque sólo una persona sin pecado puede salvar a un pecador. La Biblia nos dice que Jesucristo murió por los pecadores (ver 1 Timoteo 1:15 y Romanos 5:6-8) Provisión para la salvación Ciertas condiciones eran necesarias para que la salvación estuviese disponible para la humanidad: La muerte de Jesucristo; la resurrección de Cristo (ver 1 orintios 15:3-4); la ascensión de Cristo (Marcos 16:19); y la exaltación de Cristo (Hechos 2:33; 1 Pedro 3:22; Hebreos 1:3).

El proceso de la Salvación: El papel De Dios.
En la parte divina de la salvación, Dios, en su soberanía actúa para asegurar la salvación para todos los pecadores, a través de:
Elección: Por Gracia Dios escogió la salvación en Cristo para aquellos que Él sabía que lo aceptarían (ver Efesios 1:4-5) El apóstol Pablo dijo: Porque a los antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29)

Regeneración: Dios nos vivifica en Cristo, permitiéndonos experimentar un nuevo nacimiento (ver Juan 3:33) Sin un nuevo
nacimiento estamos “muertos en delitos y pecados” (Efesios 2:1)

Justificación: Cuando Dios nos justifica nos declara inocentes delante de Él y abona toda la justicia de Cristo en nuestra cuenta. La justificación representa tanto el perdón de nuestros pecados como la justicia que Él nos da (ver Romanos 3:28, 5:1)

Adopción: Adopción quiere decir “Colocar a un hijo”. Dios nos da los derechos completos de la herencia en Su familia como si hubiésemos nacido en ella (ver Gálatas 4:4-5, Efesios 1:5). Porque somos hijos de Dios podemos llamarle Abba Padre , es decir “Papito” (Romanos 8:15). Como hijos de Dios podemos tener la confianza de que nos entiende, nos cuida y nos bendice.

Santificación: Cuando nos hacemos cristianos Dios nos santifica, es decir, nos separa o nos aparta para Él, en posición y práctica, esto de manera permanente. (1 Corintios 6:11, 2 Tesalonicenses 2:13). Por medio de la santificación nos volvemos más y más como Jesús por la obra del Espíritu Santo.

El proceso de la Salvación: El papel de la humanidad
Así como hay una parte divina en la salvación, también hay un lado humano que se manifiesta por medio del “libre albedrío”:
La fe y el creer : Reconocer a Jesucristo, no sólo con nuestra cabeza, sino también con el corazón (ver Juan 3:18; 5:24; 6:47; Romanos 10:9). La fe es una confianza firme, involucra nuestro intelecto, emociones y voluntad propia (ver Marcos 4:16-17; Romanos 10:9, 17; Efesios 2:8-9; Hebreos 11:1, 6)

Aceptación: El creer en Jesucristo y una fe verdadera nos llevan a aceptar y confesar a Jesucristo como Señor (ver Romanos 10:9-10). El apóstol Juan confirma esto cuando escribe “Mas a todos los que le recibieron, los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12)

Arrepentimiento: Esto es un sincero y completo cambio de mente y corazón frente al pecado (ver Salmo 51:3; 2 Pedro 3:9). No sólo debemos dejar nuestro pecado, sino que también debemos regresar a Dios (ver Hechos 3:19; 26:18; 1 Tesalonicenses 1:9)

El resultado de la salvación
Dios nos creó y Cristo nos compró para que podamos conocerle, caminar con Él y glorificarle (ver Efesios 1:11-12). También quiere que llevemos mucho fruto (ver Juan 15:8; 13:34-35) mientras invertimos nuestra vida en su servicio (ver Mateo 16:24-26; Gálatas 6:10)
Llevamos fruto ganando a otros para Cristo y ayudándoles a crecer espiritualmente (ver Romanos 1:13; Proverbios 11:30); compartiendo nuestras bendiciones con otros (ver Filipenses 4:17); adorando y agradeciendo a Dios (Hebreos 13:15) y por medio de nuestra conducta y carácter, viviendo vidas transformadas (Gálatas 5:22)

Algunas personas creen que porque han orado “para recibir a Cristo” pueden vivir como mejor les plazca, pero la salvación se manifiesta a través de una vida transformada (2 Coritntios 5:17) y motiva a los creyentes a seguir el propósito de Dios para sus vidas.

viernes, 17 de marzo de 2017

El Santísimo Cristo de Limpias

El santuario del Santísimo Cristo esta en Limpias, una pequeña localidad cántabra, perdida entre montes y bosques, al norte de España. La iglesia, de gran belleza, está dedicada a San Pedro, pero desde que la bella imagen del Cristo de la Agonía llegó allí, procedente de Cádiz después de 1755, pasó a ser santuario del Cristo. 

Su tradición dice que allí en Cádiz ya era venerada y que incluso ante la amenaza de un maremoto, la imagen fue sacada en procesión y el mar se calmó en el acto. Diego de la Piedra, dueño de la imagen, en su testamento, la remite a su villa natal, Limpias, donando el espléndido altar barroco que custodia dicha imagen, que está acompañada por la Virgen Dolorosa y San Juan, mandadas a hacer también por el dicho Diego de la Piedra.

La imagen representa la agonía de Cristo, los últimos momentos, por eso mira hacia arriba y la expresión es tan dolorosa, al tiempo que relajada. Llama la atención que ambas manos están en gesto de bendecir, así como el efod (o paño de pureza) que le cubre, de intenso color gris azulado, cuando lo típico es que fuese blanco. Mide unos 180 centímetros, y lleva una corona de espinas de madera también. Aún así, la imagen más conocida del Cristo de Limpias es la de una cabeza sobre un pilar y esto es porque fue precisamente la cabeza la protagonista de los sucesos tan extraños que le rodearon.

A partir del 30 de marzo, de 1919 se corrió a los cuatro vientos que en Limpias sucedían eventos extraordinarios. Decían que la hermosa imagen del Santo Cristo movía sus ojos, dando la sensación de un cuerpo vivo, que palidecía, sangraba y sudaba. El nombre de Limpias se hizo famoso y sus calle fueron visitadas por peregrinos que provenían de todas partes del mundo.

El primero en ver el prodigio fue el Padre Antonio López, un profesor del Colegio San Vicente de Paúl que se encontraba en la villa, el mismo lo relata:

"Un día en el mes de agosto de 1914, fui a la iglesia con el motivo de instalar una iluminación eléctrica en el altar mayor. Me hallaba solo en la iglesia subido en una escalera apoyada sobre un andamio improvisado recostado sobre la pared que sirve de trasfondo a la imagen del Cristo Crucificado, y después de dos horas de trabajo, empecé a limpiar la imagen de forma que esta pudiera verse mas claramente. Mi cabeza quedaba al mismo nivel que la del Cristo, a poco menos de dos pies de distancia; hacía un día muy hermoso y por la ventana atravesaban rayos de luz que iluminaban completamente el altar, sin notar la mas leve anormalidad y después de un largo rato de trabajo, detuve mi vista en los ojos de la imagen y observe que los tenía cerrados. Por varios minutos lo vi con toda claridad de manera que dudé si habitualmente los tenía abiertos.

No podía creer lo que mis ojos contemplaban, empecé a sentir que las fuerzas me faltaban; perdí el balance, desfallecí y caí de la escalera del andamio hasta el suelo, sufriendo un gran golpe. Al recobrar el sentido pude confirmar desde donde me encontraba que los ojos de la imagen del crucifijo permanecían cerrados. Abandoné rápidamente la iglesia contando el hecho a mi comunidad. Minutos después de abandonar la iglesia, me encontré con el sacristán quien se disponía a sonar las campanas para el Ángelus. Al verme tan agitado me preguntó si me ocurría algo. Le relaté todo lo sucedido lo cual no lo sorprendió puesto que ya había escuchado que el Santo Cristo había cerrado sus ojos en más de una ocasión."

Aún así, el sacerdote no le dio carácter milagroso al suceso, sino que revisó la imagen, buscando algún artilugio, frecuentes en imágenes medievales que movían la cabeza, los brazos… comprobó que los ojos eran de cristal y no se movían, como los de todas las imágenes normales. Contó a su superior lo sucedido, el que no dio importancia a ello, sólo le pidió lo escribiera, pero lo mantuviese en secreto (este documento no se hizo público hasta después de la aprobación canónica de los fenómenos)

Y llegamos a 1919, al 30 de marzo. Los padres capuchinos celebraban una misión popular por Cuaresma en la iglesia de Limpias y los pueblos de alrededor. Mientras se celebraba la misa, una niña notó que el Cristo había cerrado los ojos y lo dijo a otro sacerdote, que la ignoró, hasta que fueron más personas las que notaron el hecho. Al cerrar el templo, el párroco se acercó a la imagen y comprobó que sudaba, o al menos estaba humedecida, pero solo la imagen de Cristo, no el retablo, ni las otras imágenes.

El Domingo de Ramos, 13 de abril, dos autoridades de Limpias, no creyentes, se acercaron, para ver si se trataba de superchería de los curas o histeria de las gentes. Vieron al Cristo, mover los ojos y la boca. El Domingo de Pascua, 20 de abril, unas monjas vieron al Cristo mover los ojos y la boca nuevamente. El 4 de agosto, un grupo de más de30 personas ven tomar a la imagen aspecto de persona viva, todos juraron como los ojos se posaban de uno en otro, cambiando de expresión: compasión, dolor, dureza incluso. En septiembre, dos obispos y un grupo de sacerdotes le ven moviéndose agónicamente.

En fin, que las manifestaciones fueron muchas más y casi a diario, ya a grupos, ya personales. Comenzaron los testimonios de miradas personales, gotas de sangre que caían, sudoraciones de la imagen, movimientos de agonía, pérdida de color… Muchos declararon ver como en las bendiciones, los ojos seguían el movimiento de la mano del sacerdote. Ante esto, se comenzó a recoger los testimonios, que sobrepasan los 8000, y no están todos, pues con la Guerra Civil, se perdió documentación. 

Entre los testigos hay de todas clases sociales, de todo tipo de fervor, desde ateos o no cristianos, que se acercaban por curiosidad. En 1920 se contabilizaron más de mil curaciones, ya no sólo en Limpias, sino con sólo la invocación al Cristo de la Agonía o tocando las estampas que de su rostro ya recorrían la geografía española y un poco más allá.

Las peregrinaciones fueron tantas que en 1921 superaron incluso a Lourdes y Roma y este mismo año los fenómenos recibieron la aprobación del obispo de Santander, diócesis a la que pertenece Limpias. A partir de 1924 no se registran ya sucesos de este tipo, sólo curaciones y testimonios de conversiones (que no es poco). 

La guerra civil y el paso de los años harían decaer la afluencia masiva de peregrinos, pero no la devoción, que aún continúa en muchos sitios. Las visitas en la bella iglesia se suceden con más tranquilidad y sosiego, pero constantes.