viernes, 12 de mayo de 2017

LA MEDITACIÓN DE LAS ESCRITURAS.

Y AL DESPERTAR, EL ALMA SE UNE A DIOS

Para estos hombres experimentados, los buenos pensamientos que han mantenido en la noche, antes de dormir, están como personificados: Tú duermes, pero ellos velan, y al despertarte te vienen enseguida, están presentes en ti, ya lo hemos visto:

"Que el sueño te encuentre ocupada en pensamientos de la Escritura, que a tu despertar, venga a ti enseguida algún pasaje."

Es lo que Elredo escribe a su hermana, y también Guillermo en su "Carta de Oro”: "Atento a tu despertar, te volverá el fervor de la víspera".
¡Tanta importancia tiene la mente alimentada con buenos pensamientos! Y esto ha sido posible por la preparación remota. Casiano se preguntaba y se preocupaba por un gran problema que tenían los monjes: La distracción de la mente. La solución sin duda, está en la meditación asidua de la Escritura; el uso de las Escrituras en la oración litúrgica y privada ocupa un lugar preeminente.
Los monjes egipcios se aprendían de memoria los libros de la Biblia. San Antonio, que según dicen algunos, no sabía leer, meditó las Escrituras en la soledad: las sabía de oído al escucharlas y recitarlas en los textos litúrgicos.
Merton decía que: "Las palabras de la Escritura se dan al monje antes que nada para apartar las distracciones y los malos pensamientos, reemplazando estos por los buenos. Llegamos a las Escrituras en busca de esos pensamientos "ascendentes" que nos elevan a Dios contra la gravitación de las pasiones, en las cuales los pensamientos "descendentes", nos bajan hacia la tierra y aprietan las cadenas que mantienen el espíritu atado a la carne". Más aún, la meditación de las Escrituras lleva hasta la contemplación.