miércoles, 9 de abril de 2008

VISITA AL SANTÍSIMO



BREVES LECTURAS PARA LOS DÍAS DE LA SEMANA


Lunes. AMOR A JESÚS
HABLA JESÚS. Por ti, joven, por ti estoy en el Sagrario. Por ti la noche antes de morir, y viendo que iba a dejar a los hombres según mi presencia visible, encontré un medio para quedarme siempre con ellos, aunque de una manera invisible a los ojos del cuerpo.

Instituí a este efecto la Sagrada Eucaristía convirtiendo el pan y vino en mi verdadero Cuerpo y Sangre, mandando a mis Apóstoles y a todos los Sacerdotes que vinieran después al mundo, que hicieran lo mismo que Yo acababa de hacer.

Y aquí estoy en el Sagrario, noche y día, para ser tu Amigo y Compañero, para favorecerte; pero tú, ¿piensas mucho en Mí?


Martes. INGRATITUD DEL HOMBRE
HABLA JESÚS. La mayor parte de las personas no tienen para Mí el más insignificante detalle de urbanidad, y son muchas las que no se dignan hacerme ni una visita. Y ¡tanto como Yo deseo su bien! Las veo pasar por delante de mis iglesias y no me dirigen ni un saludo, ni una palabra, ni un recuerdo. ¡Como si Yo no estuviera en el Sagrario! ¡Como si no hubiera hecho nada por la salvación de todos! Por lo menos tú, joven de mi alma, no me olvides; ven a visitarme todos los días; que no te domine la ingratitud. Te espero aquí. ¿Me dejarás solo?


Miércoles- AMARGAS QUEJAS
HABLA JESÚS: Si un hombre cualquiera de la tierra te hubiera hecho muchos menos beneficios de los que Yo te he hecho, le manifestarías tu agradecimiento, le visitarías algunas veces, te considerarías obligado a prestarle algunas atenciones. ¿Por qué no lo haces conmigo?¿No sabes que Yo soy tu Dios, tu Creador, tu Padre, tu Amigo tu Bienhechor? ¿No sabes que por tu amor, sí, sólo por tu amor, estoy en el Sagrario? Por lo menos tú, joven, ven a visitarme. Dime, ¿me amas? ¿Cómo te has portado hoy? ¿No te gusta estar aquí un rato haciéndome compañía? Ven, ven, que yo te diré lo que has de hacer y lo que has de evitar para agradarme y alcanzar la santidad.


Jueves. LOS PELIGROS
HABLA JESÚS. Cuando estaba yo con mis Apóstoles en el huerto de Getsemaní, y sabiendo los peligros que les aguardaban, les dije: Velad y orad para que no caigáis en la tentación. Lo mismo te digo, querido joven. Te encuentras en medio de muchos peligros; vigila, apártate de ellos, reza bien tus oraciones.

No seas temerario; no te expongas voluntariamente a ningún peligro de pecar, porque caerías miserablemente. Si conoces que una cosa es mala o que no te conviene para tu alma, déjala. ¿Beberías una copa de vino dulce temiendo que está envenenada? Así son muchas ocasiones de pecado...


Viernes. EL PECADO
HABLA JESÚS. Hijo Mío, ¿por qué pecas? ¿No conoces la enormidad del pecado y cuánto me ofende e injuria? Si alguna vez llegas a pecar mortalmente es como sí me azotases, coronases de espinas y clavases de nuevo en la Cruz. ¿Lo has pensado bien?

Al pecar, te entregas a tu enemigo y enemigo mío el demonio. Al cometer un pecado mortal, al consentir voluntariamente en un pecado impuro, al dejar sin causa grave la Misa en el día de obligación, pierdes mi amistad, pierdes el derecho al Cielo. Al cometer un pecado mortal, te abres tú mismo las puertas del infierno. ¡Infeliz! Haz aquí a mis pies el propósito de no cometer nunca un pecado mortal.


Sábado. EL GRAN CASTIGO
HABLA JESÚS. Yo soy bueno y quiero la salvación de todos los hombres, y doy a todos mi gracia para que no se condenen. El que va al infierno, es porque quiere.

Has pensado seriamente en lo que es el Infierno? ¿Sabes lo que es estar para siempre apartado de MI, lejos de MI, padeciendo las penas del Infierno? Yo te aseguro que, si pensases en él, no pecarías.

Tú que eres tan delicado y que cualquier cosa te molesta y no la puedes sufrir, ¿cómo sufrirás las penas del infierno, que nunca, nunca han de tener fin? Piénsalo unos momentos a mis pies y forma propósito de llevar una vida del todo cristiana.


Domingo. EL CIELO
HABLA JESÚS. Ahora no puedes comprender lo que es el Cielo, lo que es estar conmigo en aquella gloria, que tengo preparada para los que me aman y huyen del pecado.

Estás tú acostumbrado a ver las cosas de la tierra, y te figuras el Cielo como lo que ves en este mundo. Y el Cielo es diferente, muy diferente de las cosas de acá abajo. Si supieras lo que es ver a Dios, gozar de Dios, estar conmigo, con tu Madre la Virgen María, con los Ángeles y Santos...

Los ojos no han visto jamás cosa semejante; y por más que pienses y discurras, nunca podrás imaginarte la felicidad del Cielo.

Allí no hay dolores, tristezas ni tribulaciones de ninguna clase; allí la muerte no tiene entrada; allí se poseen todos los bienes sin ningún mal y sin miedo de perder jamás aquella gloria.

¿No comprendes que vale la pena de abstenerse de las cosas malas de este mundo para poseer el Cielo? ¿No conoces que es una locura, por una tontería de este mundo, perder el Cielo, y perderlo para siempre?

Dime, jovencito, dime: ¿qué piensas hacer? Mira que el demonio se vale de todos los ardides para condenarte. Vigila, pues, alerta, y procura que no te engañe.


SEA ALABADO EN TODO MOMENTO EL SANTÍSIMO Y DIVINÍSIMO SACRAMENTO.