miércoles, 9 de abril de 2008
Santa Maravillas de Jesús,
Carmelita Descalza
BIOGRAFIA
María de las Maravillas Pidal y Chico de Guzmán nació en Madrid el día 4 de noviembre de 1891, la menor de cuatro hermanos; fue bautizada en la Parroquia de San Sebastián a los ocho días y confirmada en 1896. Hizo su primera comunión en 1902. Sus padres, don Luis y doña Cristina, eran los marqueses de Pidal. Don Luis había sido Ministro de Fomento y en aquellas fechas era Embajador de España ante la Santa Sede. Fue educada en sus primeros años especialmente por su abuela materna, Patricia Muñoz, y ya desde niña experimentó una llamada a consagrarse al Señor en virginidad. Mientras estudiaba en casa, durante su adolescencia y juventud, se dedicó a obras de caridad ayudando a muchas familias necesitadas.
Leía frecuentemente las obras de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz y, cautivada por sus vidas y experiencias espirituales, decidió entrar en las Carmelitas Descalzas de El Escorial (Madrid) donde ingresó el 12 de octubre de 1919 recibiendo el nombre de Maravillas de Jesús. Con este motivo D. Pedro Poveda -que fue canonizado juntamente con ella- le escribió una carta de felicitación, a la que contestó agradecida. Tomó el hábito en 1920 e hizo su primera profesión en 1921. Allí mismo, detrás de la celosía que da al sagrario de la Iglesia conventual, recibió en 1923 la inspiración de fundar un Carmelo en el centro geográfico de España, El Cerro de los Ángeles, donde se había levantado el monumento al Sagrado Corazón de Jesús justamente el año en que ella había carmelita descalza.
El obispo de Madrid-Alcalá, Mons. Eijo y Garay acogió y se entusiasmó con la idea y en 1924 la Hermana Maravillas y otras tres monjas carmelitas de El Escorial se instalaron provisionalmente en una casa de Getafe para atender desde allí la edificación del Convento. En esa casa hizo su profesión solemne el 30 de mayo de ese mismo año. En 1926 fue nombrada, por el obispo Eijo, priora de la comunidad y el 31 de Octubre se inauguraba el nuevo Carmelo de El Cerro de los Ángeles.
Como ya entonces acudieron muchas vocaciones, la Madre Maravillas vio en ello una señal de Dios para fundar nuevas casas de la Virgen. En 1933, a petición del obispo, misionero carmelita, Mons. Arana, fundó otro Carmelo en Kottayam (India).
Durante la persecución religiosa en España, a partir de 1931, pasaba todas las noches muchas horas orando desde su Carmelo, contemplando el monumento al Sagrado Corazón y solicitó y obtuvo permiso del papa Pío XI para salir con su comunidad, exponiendo sus vidas, si llegara el momento de defender la sagrada imagen, en caso de ser profanada.
Desde entonces y en muy pocos años realizó las fundaciones de otros muchos Carmelos.
Desde el Carmelo de La Aldehuela, la Madre Maravillas, donde pasó sus últimos catorce años, continuó atendiendo las necesidades de todos esos Carmelos e, incluso desde la clausura, realizó una labor social como la construcción de viviendas prefabricadas y la ayuda en la construcción de una barriada de doscientas viviendas. A sus expensas hizo edificar también una Iglesia y un colegio. Sostuvo económicamente a distintos seminaristas para que pudieran llegar a ser sacerdotes, realizó una fundación benéfica para sostener a religiosas enfermas, compró una casa en Madrid para alojar a las carmelitas que tuvieran necesidad de permanecer algún tiempo en tratamientos médicos y costeó al Instituto Claune la edificación de una clínica para religiosas de clausura. En la iniciativa y desarrollo de estos servicios caritativos, que solía empezar sin medios económicos, confiaba siempre en la Providencia de Dios, que nunca le faltó.
Se sentía feliz de ser carmelita descalza, hija de nuestra santa madre Teresa y consideraba un tesoro la vida y los textos de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Irradiaba paz y dulzura en sus palabras y gestos, de tal forma que quienes la trataron salieron siempre agraciados con su testimonio de amor Dios y de disponibilidad a la Iglesia como fiel hija suya.
La Madre Maravillas de Jesús es una de las grandes místicas de nuestro tiempo. Vivió una maravillosa experiencia de su unión con Dios, con una rica vida interior como se refleja en las cartas íntimas a sus directores espirituales, que sólo se han conocido después de su muerte. Pasó por la vivencia de las noches y por el gozo del amor profundo de Dios y de su respuesta de amor a Él. La capacidad de contagiar el amor de Dios le provenía de su unión con Él y de su gran capacidad y disposición para la oración. Expresaba: Me abraso en deseos de que las almas vayan a Dios. Durante toda su vida se entregó amorosamente al cumplimiento de la voluntad de Dios, y en la última etapa, ofreciendo su enfermedad y dando testimonio: Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera solía repetir a sus hijas. Amó y vivió la pobreza y humildad heroicamente, infundiendo este espíritu en sus hermanas. Destacó también por su fidelidad al ideal teresiano.
Ya en 1962 había tenido un trastorno circulatorio del que se repuso. En 1972 sufrió un paro cardíaco del que se recuperó, pero su salud quedó ya muy quebrantada. En la solemnidad de la Inmaculada de 1974, recibió la Unción de los enfermos y el santo Viático. Murió, a los 83 años, en el Carmelo de La Aldehuela, el 11 de diciembre de 1974, rodeada de sus hijas y repitiendo:¡Qué felicidad morir carmelita!.
Fue beatificada en Roma por el Papa Juan Pablo II el día 10 de mayo de 1998, sus reliquias permanecen en la Iglesia del Carmelo de La Aldehuela (Madrid) y su memoria litúrgica se viene celebrando el 11 de diciembre.
TEXTOS DE LA MADRE MARAVILLAS DE JESÚS
Yo no quiero la vida más que para imitar lo más posible la de Cristo.
He tomado a la Virgen Santísima por Madre de un modo especialísimo y ella es la encargada también de prepararme y ampararme.
Me pareció entender que no era lo que le agradaba a Dios lo que fuera mayor sacrificio, sino el cumplimiento exacto y amoroso de su voluntad divina en sus menores detalles, y como quería fuese muy delicada en este cumplimiento, que me llevaría muy lejos en el sacrificio y en el amor.
Hace tiempo que no me cuestan las cosas que quiero hacer por el Señor como antes me costaban, ni nada de lo que Él me envía, por doloroso que sea, porque viendo que es su voluntad, ya es de veras la mía sin esfuerzo alguno.
Me da el Señor tal deseo de amarle, que no sólo durante el día no puedo pensar en otra cosa, quedándose todas las cosas de la vida como por fuera.
Quisiera yo poder, a costa de cuanto fuera necesario, transformar las ofensas que en el mundo se cometen, en gloria, amor y consuelo para el Corazón de mi dulcísimo Jesús. ¡Quisiera tanto amarle de veras y glorificarle! A pesar de mi pobreza me da el Señor un vivo deseo de esto, de borrar, si pudiera, todas las ofensas que se le hacen y de sufrir, pareciéndome esto lo más deseable de este mundo.
Si no me concede la gracia tan inmerecida de poder dar la vida por Él, que es mi mayor deseo, quisiera emplearla toda en sufrir cuanto pudiera por su amor.
Yo quiero a todo trance santificarme, entregar, pero de veras, toda mi nada al Señor.
Estoy contentísima con la idea de hacer así el conventico como los pobres, es decir, como lo que somos. A mi Cristo le gusta que lo hagamos con pobreza, y a mí también....
Da una devoción este trabajar como los pobres. Es que trabajar para ganarse la vida es dulcísimo para el alma y durillo para el tonto cuerpo.
Me figuro que estarán entusiasmadas con el Concilio, ¡qué hermosura y qué felicidad ser hijas de la Iglesia!
¡Lo que Él quiera! Si él no lo quiere, ¿para que vamos a quererlo nosotras?
Hermanas, quisiéramos abarcar el mundo entero, pero como esto no es posible, que no quede sin atender nada de lo que pase a nuestro lado.
La corona no es de los que comienzan, sino de los que perseveran hasta el fin. Esta vida se pasa volando, y lo único que vale es lo que hagamos para la otra.
¿Miedo a la muerte? Si la muerte no es más que echarse en las manos de Dios.
PENSAMIENTOS
1) "Veo al Señor cargado de los tesoros de su amor y necesitando almas vacías donde poder depositarlos (P, 2).
2) "El amor del Señor no tiene límites, que no lo tenga tampoco el nuestro" (P, 4).
3) "Si has nacido para morir de amor, ¿qué te importa todo lo demás? (P, 6).
4) Amar y sacrificarse no es muy difícil, ¿verdad? (P, 7).
5) ¡Cómo tenemos que ser con Él y qué delicadezas de amor tenemos que tener; que amor con amor se paga! (P, 8).
6) Hágalo todo con mucho amor a su Cristo, y ahí está todo" (P, 10).
7) "El Señor bien sabe que sólo quiero quererle y que puede hacer de mí lo que quiera" (P, 11).
8) Nada nos puede quitar el vivir con Él, amándole y procurando agradarle y consolarle (P, 13).
9) Si le somos fieles, cada día aumenta la capacidad de amarle. ¡Qué felicidad! (P, 15).
10) Yo no quiero saber otra cosa sino amar al Señor. ¡Que pequeño, que nada se ve el mundo, y qué insensatas todas las luchas y deseos que en él hay! (P, 17).
11) Cada vez comprendo más la nada de todo lo que no es Dios y siento la imperiosa necesidad de amarle y olvidarme de mí por completo para que sólo Él viva en mí (P, 18).
12) "Este tiempo de la vida tan corto hemos de aprovecharlo con alegría, ofreciéndole con gozo todo cuanto suceda, que todo es para que crezcamos en el amor" (P, 19).
13) "Sí, ámenle mucho, así con obras, sin mirar para nada nuestro consuelo" (P, 20).
14) "¿Por qué no le conocerán y le amarán todas sus criaturas? Porque no le conocen, que si le conociesen, no podrían no amarle" (P, 21).
15) "Jesús quiere de nosotros: amor, humildad, sacrificio, recogimiento, trato íntimo y amoroso con el huésped Divino de nuestra alma; Jesús vivo (P, 22).
16) ¡Cuantas cosas pasadas..., pero Cristo no pasa! (P, 23).
17) Con Él todo se hace suave y dulce, aun lo más amargo (P, 26).
18) Cristo nos guarda, y con Él ¿qué hay que temer? (P, 27).
19) Si Él está contento, ¿qué más podemos querer? (P, 28).
20) "¡Que bueno es mi Cristo cuando da y cuando quita y siempre!" (P, 29).
21) ¡Como paga el Señor la menor cosa que se hace por su amor! (P, 30).
22) ¡Que gusto perderlo todo por ser de nuestro Cristo, que Él solo basta! (P, 31).
23) Considerando que Dios se hizo hombre por nuestro amor, no sé cómo no nos volvemos todos locos de amor por Él (P, 32).
24) "¿No sabe que me enamoré del Hijo de María y cada día y cada segundo me gusta más, le quiero más y más y más?" (P, 33).
25) Dejémonos purificar, iluminar y consumir por Él, que Él solo es la razón de nuestra vida... (P, 37).
26) "Todo está en confiar del todo en su Corazón y abandonarse amorosamente en sus manos" (P, 39).
27) No esté triste, pase lo que pase. Las penillas al fondo del Corazón de Cristo, y en el suyo sólo su amor y su gloria (Cfr. P, 40).
28) Intérnese en ese Corazón de Jesús donde tiene hecho su nido y viva ahí, abandonada y segura, sólo para Él (Cfr. P, 41).
29) Él se ha quedado en el sagrario para que le amemos, le imitemos, para ser nuestra fortaleza y nuestro consuelo (P, 44).
30) Viva Cristo en mí y yo en Él. ¡Que felices somos! Nadie nos puede quitar esta felicidad, que nunca disminuye si el alma es fiel; cada día que pasa es más grande, y en el cielo será infinita (P, 45).
31) "Es de veras un dolor que se pase la vida sin procurar imitar a Cristo" (P, 46).
32) Tenemos que ser como Él nos quiere; así es como podremos ayudarle de veras (P, 47).
33) Como Cristo, mansos, obedientes, humildes y llenos de caridad verdadera (P, 48).
34) "¿Qué puede faltarle, teniendo tal Madre?" (P, 51).
35) Bendito sea nuestro Dios, que nos dio a su Madre por Madre nuestra (P, 52).
36) He tomado a la Virgen Santísima por Madre de un modo especial, y Ella es la encargada también de prepararme, protegerme y ampararme. ¡Que buena es esta dulcísima Madre! (P, 53).
37) "¡Que dicha es tener a María por Madre! No pierda tan dulce compañía, que con Ella está siempre Jesús" (P, 54).
38) "No olvide que todo nos viene de Jesús por María" (P, 56).
39) Aprenda en el Corazón de su Madre como se ama a Jesús (P, 59).
40) "Tomemos por modelo a la Virgen Santísima y permanezcamos con Ella al pie de la cruz, con viva fe y perfecto amor" (P, 60).
41) "Si se entrega de veras a Ella, le llenará del amor de su Hijo" (P, 61).
42) ¡Que hermosa es la oración del Rosario! Lo más eficaz, tanto para la conversión como para el mayor fervor de la vida, es el rezo del santo Rosario. Jesús dará a su Madre todo cuento le pida (P, 63).
43) "La verdadera felicidad en la otra vida y en ésta es la mayor unión y el mayor amor a Cristo, nuestro Bien" (P, 64).
44) "El Señor es el único que puede tocar los corazones, y la oración nunca deja de ser escuchada" (P, 67).
45) Ésta es la hora de la oración y del sufrimiento, y éstas son las armas que han de dar la victoria en la Iglesia (P, 68).
46) ¡En la soledad habla Él más al corazón! (P, 70).
47) "El alma ansía soledad, silencio completo de criaturas, para atender sólo a eso tan oculto que parece que el Señor le da" (P, 71).
48) "Con el recogimiento interior y exterior, oración y limpieza de alma, vivamos una vida interior en una conversación íntima con nuestro Dios, por una continua oración" (P, 80).
49) ¡Que hermoso es prescindir de criaturas y ver a Dios en todas! (P, 82).
50) "Si de veras le servimos y le amamos, eso es la santidad" (P, 84).
51) La santidad es muy sencilla, dejarse confiada y amorosamente en brazos de Dios, queriendo y haciendo lo que creemos que Él quiere (P, 85).
52) "Nada estorba a la santidad si somos fieles" (P, 89).
53) "Los santos fueron santos, porque quisieron, con inmenso querer, ser fieles" (P, 90).
54) "La santificación se forja cuando Dios va quitando al alma todo, y la deja como en un inmenso desierto" (P, 91).
55) "Los santos son los que verdaderamente son poderosos, porque tienen al mismo Señor con ellos" (P, 100).
56) ¡Que fácil se hace servir y agradar a Dios en cuanto uno se olvida un poquitín de sí mismo y no quiere guiar su vida, sino abandonarla de manos de Dios! (P 103).
57) "La mayor felicidad de la tierra, que nada nos puede quitar, consiste en unirse a Dios y cumplir su voluntad amándole y sirviéndole" (P, 110).
58) ¡Que pequeño es todo lo de esta vida; lo único que importa es que dejemos que se cumpla en nosotros plenamente la santa voluntad de nuestro Dios! (Cfr. P, 113).
59) Queriéndolo Él y pensando que se le da gusto, todo lo amargo se vuelve dulce y lo desabrido sabroso (P, 115).
60) "El Señor nunca deja de inspirar al alma lo que debe hacer, siempre que ella le escuche en vacío de todo lo suyo" (P, 117).
61) "Señor, cuando Tú quieras, como Tú quieras, lo que Tú quieras; eso es lo único que queremos y deseamos" (P, 123).
62) "La fe a veces se vuelve transparente" (P, 127).
63) Es una felicidad el estar colgados de la providencia del Señor y ver con qué delicadísimo amor lo prepara Él todo (P, 134).
64) Sin Él nada podemos, pero con Él, todo (P, 141).
65) "No quiero sino confiar a ciegas y esperar contra toda esperanza, sin ocuparme de mí" (P, 142).
66) "Si se abandona del todo, el Señor va a llevar a cabo en este abismo de miseria la obra de su amor" (P, 149).
67) "El Señor nos lo arregla todo, aunque le guste apretar un poquito para que luego le apreciemos más" (P, 153).
68) "¡Cuánto hace gozar la verdadera caridad!" (P, 156).
69) "La caridad para con Dios se mide por la caridad que se tiene con el prójimo, y ésta roba el Corazón del Señor y...el de las criaturas también" (P, 158).
70) "Necesito vivir olvidada, desconocida, despreciada, lo más cerca posible de su vida santísima. No tengo más que esta vida, y quisiera darle durante ella todo el dolor, toda la humillación que sea posible" (P, 179).
71) El Señor busca almas vacías, para llenarlas de Sí (Cfr. P, 195).
72) A mí me encanta tener para dar, y parece que a Él también le gusta (P, 197).
73) "El camino de la propia santificación es el santo misterio de la cruz" (P, 198).
74) "La cruz es un tesoro del cual no nos quiere privar este Rey nuestro, que conoce tan bien su valor" (P, 199).
75) "Más nos acerca a Dios una temporadita de cruz que todos nuestros pobres esfuerzos" (P, 200).
76) "En la cruz es donde más se logra la unión con Cristo nuestro Bien" (P, 201).
77) "¡Cómo bendeciremos en la otra vida la bendita cruz!" (P, 203).
78) Las obras de Dios tienen que llevar su sello, que es el de la cruz. Cuando Él lo quiera, todas las dificultades se desharán como la espuma (P, 215).
79) "El fruto del sufrimiento es estar cada día más cerca de Dios" (P, 221).
Cristo Jesus, que nos mandaste aprender de tu Corazón humildad y mansedumbre! te doy Gracias por haber Glorificado en la Iglesia a tu humilde sierva, Santa Maravillas de Jesús.
De esta manera manifiestas, Señor, que le has dado en el cielo el premio debido a la fidelidad con que te sirvió en la tierra. Haz que el ejemplo de sus virtudes, suscite en muchas almas el deseo de seguir el verdadero Camino, la Verdad y la Vida que eres solo Tu.
Dignate concederme ahora por su intersección el favor que te pido. Así sea.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
VISITA AL SANTÍSIMO
BREVES LECTURAS PARA LOS DÍAS DE LA SEMANA
Lunes. AMOR A JESÚS
HABLA JESÚS. Por ti, joven, por ti estoy en el Sagrario. Por ti la noche antes de morir, y viendo que iba a dejar a los hombres según mi presencia visible, encontré un medio para quedarme siempre con ellos, aunque de una manera invisible a los ojos del cuerpo.
Instituí a este efecto la Sagrada Eucaristía convirtiendo el pan y vino en mi verdadero Cuerpo y Sangre, mandando a mis Apóstoles y a todos los Sacerdotes que vinieran después al mundo, que hicieran lo mismo que Yo acababa de hacer.
Y aquí estoy en el Sagrario, noche y día, para ser tu Amigo y Compañero, para favorecerte; pero tú, ¿piensas mucho en Mí?
Martes. INGRATITUD DEL HOMBRE
HABLA JESÚS. La mayor parte de las personas no tienen para Mí el más insignificante detalle de urbanidad, y son muchas las que no se dignan hacerme ni una visita. Y ¡tanto como Yo deseo su bien! Las veo pasar por delante de mis iglesias y no me dirigen ni un saludo, ni una palabra, ni un recuerdo. ¡Como si Yo no estuviera en el Sagrario! ¡Como si no hubiera hecho nada por la salvación de todos! Por lo menos tú, joven de mi alma, no me olvides; ven a visitarme todos los días; que no te domine la ingratitud. Te espero aquí. ¿Me dejarás solo?
Miércoles- AMARGAS QUEJAS
HABLA JESÚS: Si un hombre cualquiera de la tierra te hubiera hecho muchos menos beneficios de los que Yo te he hecho, le manifestarías tu agradecimiento, le visitarías algunas veces, te considerarías obligado a prestarle algunas atenciones. ¿Por qué no lo haces conmigo?¿No sabes que Yo soy tu Dios, tu Creador, tu Padre, tu Amigo tu Bienhechor? ¿No sabes que por tu amor, sí, sólo por tu amor, estoy en el Sagrario? Por lo menos tú, joven, ven a visitarme. Dime, ¿me amas? ¿Cómo te has portado hoy? ¿No te gusta estar aquí un rato haciéndome compañía? Ven, ven, que yo te diré lo que has de hacer y lo que has de evitar para agradarme y alcanzar la santidad.
Jueves. LOS PELIGROS
HABLA JESÚS. Cuando estaba yo con mis Apóstoles en el huerto de Getsemaní, y sabiendo los peligros que les aguardaban, les dije: Velad y orad para que no caigáis en la tentación. Lo mismo te digo, querido joven. Te encuentras en medio de muchos peligros; vigila, apártate de ellos, reza bien tus oraciones.
No seas temerario; no te expongas voluntariamente a ningún peligro de pecar, porque caerías miserablemente. Si conoces que una cosa es mala o que no te conviene para tu alma, déjala. ¿Beberías una copa de vino dulce temiendo que está envenenada? Así son muchas ocasiones de pecado...
Viernes. EL PECADO
HABLA JESÚS. Hijo Mío, ¿por qué pecas? ¿No conoces la enormidad del pecado y cuánto me ofende e injuria? Si alguna vez llegas a pecar mortalmente es como sí me azotases, coronases de espinas y clavases de nuevo en la Cruz. ¿Lo has pensado bien?
Al pecar, te entregas a tu enemigo y enemigo mío el demonio. Al cometer un pecado mortal, al consentir voluntariamente en un pecado impuro, al dejar sin causa grave la Misa en el día de obligación, pierdes mi amistad, pierdes el derecho al Cielo. Al cometer un pecado mortal, te abres tú mismo las puertas del infierno. ¡Infeliz! Haz aquí a mis pies el propósito de no cometer nunca un pecado mortal.
Sábado. EL GRAN CASTIGO
HABLA JESÚS. Yo soy bueno y quiero la salvación de todos los hombres, y doy a todos mi gracia para que no se condenen. El que va al infierno, es porque quiere.
Has pensado seriamente en lo que es el Infierno? ¿Sabes lo que es estar para siempre apartado de MI, lejos de MI, padeciendo las penas del Infierno? Yo te aseguro que, si pensases en él, no pecarías.
Tú que eres tan delicado y que cualquier cosa te molesta y no la puedes sufrir, ¿cómo sufrirás las penas del infierno, que nunca, nunca han de tener fin? Piénsalo unos momentos a mis pies y forma propósito de llevar una vida del todo cristiana.
Domingo. EL CIELO
HABLA JESÚS. Ahora no puedes comprender lo que es el Cielo, lo que es estar conmigo en aquella gloria, que tengo preparada para los que me aman y huyen del pecado.
Estás tú acostumbrado a ver las cosas de la tierra, y te figuras el Cielo como lo que ves en este mundo. Y el Cielo es diferente, muy diferente de las cosas de acá abajo. Si supieras lo que es ver a Dios, gozar de Dios, estar conmigo, con tu Madre la Virgen María, con los Ángeles y Santos...
Los ojos no han visto jamás cosa semejante; y por más que pienses y discurras, nunca podrás imaginarte la felicidad del Cielo.
Allí no hay dolores, tristezas ni tribulaciones de ninguna clase; allí la muerte no tiene entrada; allí se poseen todos los bienes sin ningún mal y sin miedo de perder jamás aquella gloria.
¿No comprendes que vale la pena de abstenerse de las cosas malas de este mundo para poseer el Cielo? ¿No conoces que es una locura, por una tontería de este mundo, perder el Cielo, y perderlo para siempre?
Dime, jovencito, dime: ¿qué piensas hacer? Mira que el demonio se vale de todos los ardides para condenarte. Vigila, pues, alerta, y procura que no te engañe.
SEA ALABADO EN TODO MOMENTO EL SANTÍSIMO Y DIVINÍSIMO SACRAMENTO.
El Concilio Vaticano II
Dichos quedan el carácter y las finalidades conciliares. El Concilio Vaticano II, fiel a su identidad, no pretendió definir dogmáticamente nada nuevo. Su cometido fue la reflexión profunda y pastoral de la doctrina de salvación recibida de los Apóstoles y su actualización según lo demandaban las presentes circunstancias sociales e históricas
Documentos
Estos criterios se transparentarán de modo nítido en los 16 documentos emanados de esta magna asamblea eclesial universal. El primero en ser promulgado fue la Constitución dogmática sobre la Sagrada Liturgia, "Sacrosatum concilium", y el decreto sobre los Medios de Comunicación Social, "Inter Mirifica". Era el 4 de diciembre de 1963. El 7 de diciembre de 1965, un día antes de la Clausura del Concilio, se promulgan los últimos decretos conciliares: " Dignitatis humanae", "Presbyterorum ordinis", "Ad Gentes Divinitus" y la importantísima Constitución dogmática sobre la Iglesia en el mundo "Gaudium et spes", tal vez la más genuina obra del Vaticano II, cuya relación completa es esta:
Constituciones
"Lumen gentium", sobre la Iglesia (LG)
"Dei Verbum", sobre la divina Revelación y la Palabra de Dios (DV)
"Sacrosatum Concilium", sobre la liturgia y su reforma (SC)
"Gaudium et spes" sobre la iglesia en el mundo actual (GS)
Decretos
"Christus Dominus", sobre el oficio pastoral de los obispos (CH D)
"Presbyterorum ordinis", sobre el ministerio y vida de los sacerdotes (PO)
"Optatam totius", sobre la formación sacerdotal (OT)
"Perfectae caritatis", sobre la adecuada renovación de la vida religiosa (PC)
"Apostolicam actuositatem", sobre el apostolado de los seglares (AA)
"Orientalium ecclesiarum", sobre las iglesias orientales católicas (OE)
"Ad Gentes divinitus", sobre la actividad misionera de la Iglesia (AG)
"Unitatis redintegratio", sobre el Ecumenismo (UR)
"Inter Mirifica", sobre los Medios de Comunicación Social (IM)
Declaraciones
"Dignitatis humanae", sobre la libertad religiosa (DH)
"Gravisimum educationis", sobre la educación cristiana de la juventud
"Nostra aetate", sobre las relaciones de la Iglesia con la religiones no cristianas (NA)
Documentos
Estos criterios se transparentarán de modo nítido en los 16 documentos emanados de esta magna asamblea eclesial universal. El primero en ser promulgado fue la Constitución dogmática sobre la Sagrada Liturgia, "Sacrosatum concilium", y el decreto sobre los Medios de Comunicación Social, "Inter Mirifica". Era el 4 de diciembre de 1963. El 7 de diciembre de 1965, un día antes de la Clausura del Concilio, se promulgan los últimos decretos conciliares: " Dignitatis humanae", "Presbyterorum ordinis", "Ad Gentes Divinitus" y la importantísima Constitución dogmática sobre la Iglesia en el mundo "Gaudium et spes", tal vez la más genuina obra del Vaticano II, cuya relación completa es esta:
Constituciones
"Lumen gentium", sobre la Iglesia (LG)
"Dei Verbum", sobre la divina Revelación y la Palabra de Dios (DV)
"Sacrosatum Concilium", sobre la liturgia y su reforma (SC)
"Gaudium et spes" sobre la iglesia en el mundo actual (GS)
Decretos
"Christus Dominus", sobre el oficio pastoral de los obispos (CH D)
"Presbyterorum ordinis", sobre el ministerio y vida de los sacerdotes (PO)
"Optatam totius", sobre la formación sacerdotal (OT)
"Perfectae caritatis", sobre la adecuada renovación de la vida religiosa (PC)
"Apostolicam actuositatem", sobre el apostolado de los seglares (AA)
"Orientalium ecclesiarum", sobre las iglesias orientales católicas (OE)
"Ad Gentes divinitus", sobre la actividad misionera de la Iglesia (AG)
"Unitatis redintegratio", sobre el Ecumenismo (UR)
"Inter Mirifica", sobre los Medios de Comunicación Social (IM)
Declaraciones
"Dignitatis humanae", sobre la libertad religiosa (DH)
"Gravisimum educationis", sobre la educación cristiana de la juventud
"Nostra aetate", sobre las relaciones de la Iglesia con la religiones no cristianas (NA)
martes, 8 de abril de 2008
LA ORACIÓN SEGÚN LA REGLA DE SAN BENITO
De los setenta y tres capítulos de la Regla, trece están dedicados a la oración. En una primera lectura, estos capítulos sorprenden y hasta decepcionan: uno esperaba encontrar consideraciones elevadas, una teología de la oración o, al menos, métodos experimentados, una técnica de la oración; y sólo encuentra una fijación de la estructura del oficio diario y de cada oficio en particular: enumeración austera de los Salmos que hay que recitar. No obstante, en el giro de una frase, en el inciso de un párrafo, pronto se descubre el espíritu de la oración según san Benito.
1. Primacía de la oración en común
San Benito regula la vida de monjes cenobitas; su ocupación primera es la oración y, puesto que hay una opción por la vida en común, es normal que en ella tenga prioridad la oración en común.
El cuidado de fijar hasta el detalle la organización del “opus Dei” no es aquí señal de un espíritu meticuloso, sino la expresión de una voluntad de no dejar nada imprevisto. No es tampoco voluntad de imponer un ordo definitivo, ya que el mismo Benito dice- “si acaso no gustare a alguno esta distribución de los salmos ordénela de otro modo, si le pareciere mejor” (cap. XVIII).
2. Dignidad de la Liturgia
La improvisación crónica o la creatividad continua pronto llevan a la vulgaridad o al descuido. San Benito quiere que se celebre el oficio con respeto (De reverentia orationis, cap. XIX y XX), sin retraso ni negligencia (cap. XI). Cita versículos de algunos salmos: Servite Domino in timore (2/11); Psallite sapienter (46/8); In conspectu angelorum psallam tibi (137/1). El temor de Dios, la sabiduría, la presencia de los ángeles deben inspirar la salmodia.
San Benito no indica una técnica de oración, sino que prevé las diferentes actitudes que hay que observar en el curso del oficio: sentado para escuchar las lecturas (cap. IX), de pie para escuchar el Evangelio (cap. XI), inclinado en las doxologías para honrar a las personas divinas: ob honorem et reverentiam sanctae Trinitatis (cap. IX).
3. Brevedad de la oración personal en la Iglesia
Ya Cristo declara en el Evangelio: “Cuando oréis no hagáis como los gentiles que se imaginan que por su mucha palabrería serán escuchados”. (Mt 6,7); y: “Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que prefieren orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu habitación y, habiendo cerrado la puerta, ora a tu Padre que está allí en lo secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará” (Mt 6,5-6). Sin citar estos textos, san Benito se inspira evidentemente en ellos cuando dice: “Sepamos que no vamos a ser escuchados por hablar mucho, sino por la pureza de corazón y la compunción”. Y añade: “Por eso la oración debe ser breve y pura. (...) En comunidad abréviese lo más posible y hecha la señal por el superior, levántense todos a un tiempo” (cap. XX).
El inciso “a no ser que se prolongue por un afecto de la inspiración de la divina gracia” parece ser una invitación a proseguir sin testigos la oración personal. San Benito, en efecto, especifica en el cap. LII: “Terminada la Obra de Dios, salgan todos con sumo silencio, guardando a Dios la debida reverencia, para que si un hermano quiera quizá orar privadamente no sea impedido por la indiscreción de otro. Y si alguno en otra ocasión desea orar para sí más en secreto, entre simplemente y ore; no en voz alta, sino con lágrimas y fervor de corazón. Por tanto, al que no observe tal conducta, no se le permita, como queda dicho, quedarse por más tiempo en el oratorio después del Oficio Divino, para que no estorbe a los demás”. Con esto san Benito quiere evitar las demostraciones intempestivas de piedad y cortar de raíz todos los pseudo-misticismos, para los cuales una devoción exuberante hace las veces de fe.
La sobriedad en la oración, recomendada por san Benito, lejos de agotar la efusión de la gracia divina, no hace sino favorecerla: porque esta sobriedad expresa la humildad y la compunción que él recomienda insistentemente y sin las cuales no hay verdadera oración.
4. Sinceridad del culto
Los profetas del Antiguo Testamento habían condenado un culto sin piedad verdadera: “Este pueblo me honra con sus labios, mientras su corazón está lejos de mí”. (Isaías 29, 13). San Benito consagrará la máxima: Mens nostra concordet voci nostrae (cap. XIX). Es necesario creer en lo que se canta, lo que expresa la boca debe salir del corazón. La costumbre o la distracción pueden transformar a la larga el oficio en una formalidad pesada de la que está ausente el corazón. El monje debe, incesantemente, no sólo pensar en lo que dice, sino vivir lo que canta: lamentación, penitencia, adoración, acción de gracias; debe apropiarse los sentimientos que expresan los Salmos, no mediante un esfuerzo artificial, sino por una convicción espontánea de todo el ser.
5. El tributo del servicio
La participación en la oración común no siempre entusiasma: algunos días puede ser onerosa, por razones de fatiga física, de disposición psicológica o de cansancio espiritual. San Benito habla del pensum servitutis (cap. L). La oración es un tributo. No siempre tiene el aspecto de una gracia, puede ser pesada en ciertos días, pero nada dispensa de ella; no es facultativa, ni está sometida al humor o al capricho, es una obligación y un deber. Aun en los días en que el monje se siente poco inclinado o la oración, debe orar sin esperar que el affectus inspirationis divinae gratiae (cap. XX) aligere la carga del pensum servitutis (cap. L).
Primacía de la oración en común, dignidad de la celebración litúrgica, brevedad de la oración personal en público, sinceridad del culto, tributo del servicio divino: tales son las características de la oración. Sin elaborar una teología de la oración, sin revelar técnicas de oración, sin ni siquiera dictar un código litúrgico, san Benito ha dado un estilo a la liturgia de Occidente y ha inspirado un ritmo de oración personal que abarca la vida entera del monje: la manera monástica de ser contemplativo.
PIERRE MIQUEL, OSB
lunes, 7 de abril de 2008
Descripcion de los concilios.
Primer Concilio Ecuménico: Nicea (año 325)
El primer Concilio de Nicea duró dos meses y doce días. Fue convocado para combatir el arrianismo. Asistieron 318 obispos. El legado del Papa Silvestre fue el español Osio, obispo de Córdoba. También estuvo presente el emperador Constantino. Frutos de este Concilio fueron el Credo (Symbolum), la definición de la divinidad del Hijo de Dios (homoousios), y la fijación de las fechas para la celebración de la Pascua.
Segundo Concilio Ecuménico: Constantinopla (año 381)
Fue convocado por el Papa Dámaso. Asistieron 150 obispos. Condenó a los seguidores de Macedonio, que negaba la divinidad del Espíritu Santo. Al Credo le añadieron las cláusulas referentes al Espíritu Santo y todas las cláusulas finales (Credo Niceno-constantinopolitano).
Tercer Concilio Ecuménico: Efeso (año 431)
Asistieron más de 200 obispos presididos por san Cirilo de Alejandría, en representación del Papa Celestino I. Se definió la verdadera unidad personal de Cristo, se declaró la maternidad divina de María (Theotokos) contra Nestorio, obispo de Constantinopla, y se renovó la condena a Pelagio y sus seguidores.
Cuarto Concilio Ecuménico: Calcedonia (año 451)
El Papa León Magno y el emperador Marciano presidieron a 150 obispos. Se definió la doble naturaleza (divina y humana) de Cristo, contra las pretensiones del Monofisismo.
Quinto Concilio Ecuménico: Constantinopla II (año 553)
Con Justiniano I reinante, el Papa Virgilio congregó a 165 obispos para condenar los errores de Orígenes y algunos escritos de Teodoreto; de Teodoro, obispo de Mopsuestia; y de Ibas, obispo de Edessa. Además, los padres conciliares confirmaron los primeros cuatro concilios, especialmente el de Calcedonia, cuya autoridad había sido contestada por algunos herejes.
Sexto Concilio Ecuménico: Constantinopla III (años 680-681)
El Papa Agatón preside un Concilio que reúne a los Patriarcas de Constantinopla y Antioquía, a 174 obispos, y al emperador Constantino Pogonato. Puso fin al Monotelismo, definiendo dos voluntades en Cristo, la divina y la humana, como dos principios operativos.
Séptimo Concilio Ecuménico: Nicea II (año 787)
Impulsado por el emperador Constantino VI y su madre Irene, durante el Pontificado de Adriano I que lo ratificó, reguló la veneración de las imágenes sagradas. Asistieron entre 300 y 367 obispos.
Octavo Concilio Ecuménico: Constantinopla IV (año 869)
Adriano II junto a 102 obispos, 3 legados papales, 4 patriarcas, dieron a las llamas las actas de un concilio irregular (convocado contra el Papa Nicolás e Ignacio, legítimo patriarca de Constantinopla); condenaron a Focio que había ocupado ilegítimamente la sede constantinopolitana.
Noveno Concilio Ecuménico: Letrán I (año 1123)
Celebrado en Roma, reunió bajo el Papa Calixto II alrededor de 900 obispos y abades. Abolió el derecho, reclamado por los príncipes, a las investiduras de dignidades y beneficios eclesiásticos.
Décimo Concilio Ecuménico: Letrán II (año 1139)
Presidió el Papa Inocencio II. Asistieron unos 1.000 prelados y el emperador Conrado. Se condenaron los errores de Arnaldo de Brescia.
Undécimo Concilio Ecuménico: Letrán III (año 1179)
Reinando el emperador Federico I, el Papa Alejandro III concitó a 302 obispos para condenar a Albigenes y Valdenses. Se dictaron muchas disposiciones para la reforma moral de la Iglesia.
Duodécimo Concilio Ecuménico: Letrán IV (año 1215)
Siendo Pontífice Inocencio III, junto a los patriarcas de Constantinopla y Jerusalén, 71 arzobispos, 412 obispos, y 800 abades, el Primado de los Maronitas y santo Domingo de Guzmán. Elaboró un credo más extenso, contra los Albigenses. Se condenaron los errores trinitarios de Joaquín de Fiore.
Decimotercer Concilio Ecuménico: Lyon I (año 1245)
Lo presidió Inocencio IV. Acudieron los patriarcas de Constantinopla, Antioquía y Venecia, junto a 140 obispos y san Luis, rey de Francia. Excomulgó y depuso al emperador Federico II y convocó una nueva cruzada, bajo el mando de san Luis, rey de Francia.
Decimocuarto Concilio Ecuménico: Lyon II (año 1274)
500 obispos, 15 cardenales y más de otros mil dignatarios se unieron al Papa Gregorio X. Consiguió una breve unión de la Iglesia ortodoxa con la católica. La palabra "filioque", relativa a la procedencia del Espíritu Santo, fue añadida al símbolo Constantinopolitano. Se promulgaron las normas para la elección papal.
Decimoquinto Concilio Ecuménico: Viena de Francia (años 1311-1313)
El primer Papa del exilio de Avignon, Clemente V, convocó el Concilio. Tuvo que afrontar los supuestos crímenes y errores de los Caballeros Templarios, los Fraticelli, los Begardos y las Beguinas. Se dictaron normas para la reforma del clero.
Decimosexto Concilio Ecuménico: Constanza (años 1414-1418)
Se convocó durante el Cisma de Occidente para acabar con las divisiones en la Iglesia. Se legitimó sólo cuando Gregorio XI lo convocó formalmente. El concilio sólo es considerado ecuménico en sus últimas sesiones (XLII-XLV).
Decimoséptimo Concilio Ecuménico: Basilea/Ferrara/Florencia (años 1431-1439)
Se reunió primero en Basilea (siendo Papa Eugenio IV y emperador Segismundo) buscando la pacificación religiosa de Bohemia. El Concilio aprueba la vuelta a la unidad con los ortodoxos, que se queda en "papel mojado".
Decimoctavo Concilio Ecuménico: Letrán V (año 1512-1517)
Lo inauguró el Papa Julio II y presidió su conclusión León X. Asistieron 15 cardenales, unos 80 arzobispos y obispos. Sus decretos son principalmente disciplinarios. Se planeó una nueva cruzada contra los turcos, que no se realizó.
Decimonoveno Concilio Ecuménico: Trento (año 1545-1563)
Duró ocho años de trabajos conciliares, bajo cinco pontificados: Paulo III, Julio III, Marcelo II, Paulo IV y Pío IV. Reinaron los emperadores Carlos V y Fernando I. Estuvieron presentes 5 cardenales, 3 patriarcas, 33 arzobispos, 235 obispos, 7 abades, 7 generales de órdenes monásticas y 160 teólogos. Fue convocado para examinar y condenar los errores de Lutero y los demás reformadores; también se reformó la disciplina de la Iglesia. Fue el más largo de los concilios, el que más decretos dogmáticos y reformadores promulgó. Fue muy eficaz.
Vigésimo Concilio Ecuménico: Vaticano I (años 1869-1879)
El ocho de diciembre de 1869 se reunieron, convocados por Pío IX, 49 cardenales, 11 patriarcas, 680 arzobispos y obispos, 28 abades, 29 generales de órdenes y congregaciones; en total 803 personas. Además de importantes cánones en relación a la fe y la constitución de la Iglesia, el concilio decretó la infalibilidad del Papa cuando habla "ex cathedra", en cuestiones de fe y moral.
El concilio Vaticano II, lo trataré en otra entrada a parte.
El primer Concilio de Nicea duró dos meses y doce días. Fue convocado para combatir el arrianismo. Asistieron 318 obispos. El legado del Papa Silvestre fue el español Osio, obispo de Córdoba. También estuvo presente el emperador Constantino. Frutos de este Concilio fueron el Credo (Symbolum), la definición de la divinidad del Hijo de Dios (homoousios), y la fijación de las fechas para la celebración de la Pascua.
Segundo Concilio Ecuménico: Constantinopla (año 381)
Fue convocado por el Papa Dámaso. Asistieron 150 obispos. Condenó a los seguidores de Macedonio, que negaba la divinidad del Espíritu Santo. Al Credo le añadieron las cláusulas referentes al Espíritu Santo y todas las cláusulas finales (Credo Niceno-constantinopolitano).
Tercer Concilio Ecuménico: Efeso (año 431)
Asistieron más de 200 obispos presididos por san Cirilo de Alejandría, en representación del Papa Celestino I. Se definió la verdadera unidad personal de Cristo, se declaró la maternidad divina de María (Theotokos) contra Nestorio, obispo de Constantinopla, y se renovó la condena a Pelagio y sus seguidores.
Cuarto Concilio Ecuménico: Calcedonia (año 451)
El Papa León Magno y el emperador Marciano presidieron a 150 obispos. Se definió la doble naturaleza (divina y humana) de Cristo, contra las pretensiones del Monofisismo.
Quinto Concilio Ecuménico: Constantinopla II (año 553)
Con Justiniano I reinante, el Papa Virgilio congregó a 165 obispos para condenar los errores de Orígenes y algunos escritos de Teodoreto; de Teodoro, obispo de Mopsuestia; y de Ibas, obispo de Edessa. Además, los padres conciliares confirmaron los primeros cuatro concilios, especialmente el de Calcedonia, cuya autoridad había sido contestada por algunos herejes.
Sexto Concilio Ecuménico: Constantinopla III (años 680-681)
El Papa Agatón preside un Concilio que reúne a los Patriarcas de Constantinopla y Antioquía, a 174 obispos, y al emperador Constantino Pogonato. Puso fin al Monotelismo, definiendo dos voluntades en Cristo, la divina y la humana, como dos principios operativos.
Séptimo Concilio Ecuménico: Nicea II (año 787)
Impulsado por el emperador Constantino VI y su madre Irene, durante el Pontificado de Adriano I que lo ratificó, reguló la veneración de las imágenes sagradas. Asistieron entre 300 y 367 obispos.
Octavo Concilio Ecuménico: Constantinopla IV (año 869)
Adriano II junto a 102 obispos, 3 legados papales, 4 patriarcas, dieron a las llamas las actas de un concilio irregular (convocado contra el Papa Nicolás e Ignacio, legítimo patriarca de Constantinopla); condenaron a Focio que había ocupado ilegítimamente la sede constantinopolitana.
Noveno Concilio Ecuménico: Letrán I (año 1123)
Celebrado en Roma, reunió bajo el Papa Calixto II alrededor de 900 obispos y abades. Abolió el derecho, reclamado por los príncipes, a las investiduras de dignidades y beneficios eclesiásticos.
Décimo Concilio Ecuménico: Letrán II (año 1139)
Presidió el Papa Inocencio II. Asistieron unos 1.000 prelados y el emperador Conrado. Se condenaron los errores de Arnaldo de Brescia.
Undécimo Concilio Ecuménico: Letrán III (año 1179)
Reinando el emperador Federico I, el Papa Alejandro III concitó a 302 obispos para condenar a Albigenes y Valdenses. Se dictaron muchas disposiciones para la reforma moral de la Iglesia.
Duodécimo Concilio Ecuménico: Letrán IV (año 1215)
Siendo Pontífice Inocencio III, junto a los patriarcas de Constantinopla y Jerusalén, 71 arzobispos, 412 obispos, y 800 abades, el Primado de los Maronitas y santo Domingo de Guzmán. Elaboró un credo más extenso, contra los Albigenses. Se condenaron los errores trinitarios de Joaquín de Fiore.
Decimotercer Concilio Ecuménico: Lyon I (año 1245)
Lo presidió Inocencio IV. Acudieron los patriarcas de Constantinopla, Antioquía y Venecia, junto a 140 obispos y san Luis, rey de Francia. Excomulgó y depuso al emperador Federico II y convocó una nueva cruzada, bajo el mando de san Luis, rey de Francia.
Decimocuarto Concilio Ecuménico: Lyon II (año 1274)
500 obispos, 15 cardenales y más de otros mil dignatarios se unieron al Papa Gregorio X. Consiguió una breve unión de la Iglesia ortodoxa con la católica. La palabra "filioque", relativa a la procedencia del Espíritu Santo, fue añadida al símbolo Constantinopolitano. Se promulgaron las normas para la elección papal.
Decimoquinto Concilio Ecuménico: Viena de Francia (años 1311-1313)
El primer Papa del exilio de Avignon, Clemente V, convocó el Concilio. Tuvo que afrontar los supuestos crímenes y errores de los Caballeros Templarios, los Fraticelli, los Begardos y las Beguinas. Se dictaron normas para la reforma del clero.
Decimosexto Concilio Ecuménico: Constanza (años 1414-1418)
Se convocó durante el Cisma de Occidente para acabar con las divisiones en la Iglesia. Se legitimó sólo cuando Gregorio XI lo convocó formalmente. El concilio sólo es considerado ecuménico en sus últimas sesiones (XLII-XLV).
Decimoséptimo Concilio Ecuménico: Basilea/Ferrara/Florencia (años 1431-1439)
Se reunió primero en Basilea (siendo Papa Eugenio IV y emperador Segismundo) buscando la pacificación religiosa de Bohemia. El Concilio aprueba la vuelta a la unidad con los ortodoxos, que se queda en "papel mojado".
Decimoctavo Concilio Ecuménico: Letrán V (año 1512-1517)
Lo inauguró el Papa Julio II y presidió su conclusión León X. Asistieron 15 cardenales, unos 80 arzobispos y obispos. Sus decretos son principalmente disciplinarios. Se planeó una nueva cruzada contra los turcos, que no se realizó.
Decimonoveno Concilio Ecuménico: Trento (año 1545-1563)
Duró ocho años de trabajos conciliares, bajo cinco pontificados: Paulo III, Julio III, Marcelo II, Paulo IV y Pío IV. Reinaron los emperadores Carlos V y Fernando I. Estuvieron presentes 5 cardenales, 3 patriarcas, 33 arzobispos, 235 obispos, 7 abades, 7 generales de órdenes monásticas y 160 teólogos. Fue convocado para examinar y condenar los errores de Lutero y los demás reformadores; también se reformó la disciplina de la Iglesia. Fue el más largo de los concilios, el que más decretos dogmáticos y reformadores promulgó. Fue muy eficaz.
Vigésimo Concilio Ecuménico: Vaticano I (años 1869-1879)
El ocho de diciembre de 1869 se reunieron, convocados por Pío IX, 49 cardenales, 11 patriarcas, 680 arzobispos y obispos, 28 abades, 29 generales de órdenes y congregaciones; en total 803 personas. Además de importantes cánones en relación a la fe y la constitución de la Iglesia, el concilio decretó la infalibilidad del Papa cuando habla "ex cathedra", en cuestiones de fe y moral.
El concilio Vaticano II, lo trataré en otra entrada a parte.
Relación de Concilios Ecuménicos
1.-Nicea: año 325
2.- I de Constantinopla: año 381
3.- Efeso: año 431
4.- Calcedonia: año 451
5.- II de Constantinopla: año 553
6.- III de Constantinopla: año 680
7.- II de Nicea: año 787
8.- IV de Constantinopla: años 869-870
9.- I de Letrán: año 1123
10.- II de Letrán: año 1139
11.- III de Letrán: año 1179
12.- IV de Letrán: año 1215
13.- I de Lyon: año 1245
14.- II de Lyon: año 1274
15.- Vienne: año 1311-1312
16.- Constanza: años 1414-1418
17.- Florencia (comenzó en Ferrara): años 1439-1445
18.- V de Letrán: años 1512-1517
19.- Trento: años 1545-1563
20.- Vaticano I: año 1870
21.- Vaticano II: años 1962-1965
2.- I de Constantinopla: año 381
3.- Efeso: año 431
4.- Calcedonia: año 451
5.- II de Constantinopla: año 553
6.- III de Constantinopla: año 680
7.- II de Nicea: año 787
8.- IV de Constantinopla: años 869-870
9.- I de Letrán: año 1123
10.- II de Letrán: año 1139
11.- III de Letrán: año 1179
12.- IV de Letrán: año 1215
13.- I de Lyon: año 1245
14.- II de Lyon: año 1274
15.- Vienne: año 1311-1312
16.- Constanza: años 1414-1418
17.- Florencia (comenzó en Ferrara): años 1439-1445
18.- V de Letrán: años 1512-1517
19.- Trento: años 1545-1563
20.- Vaticano I: año 1870
21.- Vaticano II: años 1962-1965
EL ANGELUS
El Ángelus, devoción de origen franciscano, que para el Diccionario de la Real Academia Española es «Oración en honor del misterio de la Encarnación», hace una síntesis admirable del mismo, de las personas que intervienen en tan gran acontecimiento y de la misión o actitud de cada una de ellas, con palabras tomadas del mismo Evangelio. En su extremada brevedad, ofrece materia sólida a la vez que asequible para la meditación cotidiana del creyente. San Lucas refiere que el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Luego añadió: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le aclaró: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Días después, María fue a casa de Zacarías y saludó a Isabel, la cual exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno» (cf. Lc 1,26ss). A modo de conclusión, San Juan añade en el prólogo de su Evangelio: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros» (Jn 1,14).
V. El Ángel del Señor anunció a María.
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María... Santa María...
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María... Santa María...
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María... Santa María...
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Oremos:
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
ÁNGELUS DOMINI
V. Ángelus Dómini nuntiávit Maríae.
R. Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave María.
V. Ecce ancílla Dómini.
R. Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave María.
V. Et Verbum caro factum est.
R. Et habitávit in nobis.
Ave María.
V. Ora pro nobis, sancta Dei Génitrix.
R. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
Orémus:
Grátiam tuam, quaésumus, Dómine, méntibus nostris infúnde: ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui Incarnatiónem cognóvimus, per Passiónem ejus et Crucem ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúmdem Christum Dóminum nostrum.
R. Amen.
--------------------------------------------------------------------------------
REGINA COELI
Durante el tiempo pascual, en lugar del Ángelus, se dice el Regina coeli:
V. Reina del cielo, alégrate.
R. Aleluya.
V. Porque el Señor, a quien mereciste llevar.
R. Aleluya.
V. Ha resucitado, como lo había dicho.
R. Aleluya.
V. Ruega al Señor por nosotros.
R. Aleluya.
V. Goza y alégrate, Virgen María. Aleluya.
R. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Oremos:
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
LA PRESÈNCIA REAL DEL SENYOR RESSUSCITAT EN L’EUCARISTIA
El menjar com a signe eucarístic és un primer indicador del misteri de la comunió que Crist va pensar per aquest sagrament. Ell volia ser aliment i beguda escatològica per als seus fins a la seva tornada, al llarg del peregrinar per aquesta terra. És Crist mateix el centre de l’Eucaristia: la seva Persona i la seva presència. Aquest fet, fonamental i substancial, transcendeix i explica:
• El que puguin significar el pa i el vi.
• La intenció del memorial.
Ens permet conèixer més a fons la possibilitat d’una actualització del sacrifici pasqual que celebrem. En la seva presència ens cal distingir:
• El fet de la presència.
• La finalitat.
• El modus com explicar aquesta presència i lliurament. Aquest és el que preocupa durant generacions i que obté diverses respostes, essent a partir del l’escolàstica i del Concili de Trento la de la transsubstanciació la que obté una més amplia acceptació.
En l’Eucaristia Crist mateix es fa aliment per a nosaltres, per comunicar-nos la seva pròpia vida, la seva nova aliança i per edificar, a la fi, la seva comunitat com el seu propi cos.
En el Nou Testament els relats de Pau i Joan són els que ens centren en la autodonació de la seva pròpia persona com a koinonia: comunió i participació. És d’aquesta presència i donació de la que Joan i Pau n’extreuen les conseqüències per a la vida personal i comunitària.
Els pares de l’Església, ja des dels primers segles lluiten contra els gnòstics insistint en l’explicitació de la presència real de Crist, tant els pares d’orient com els d’occident.
En el magisteri de l’Església hem trobat la resposta del Concili de Trento davant la negació de la presència real que feia Calví: Trento assumeix la transsubstanciació com la fórmula teològica més vàlida per descriure la conversió que pateixen el pa i el vi.
Ens cal preguntar-nos:
Qui se’ns fa present i per a què es fa present?
La teologia actual ens respondrà que se’ns fa present el Crist pasqual, el ressuscitat que transcendeix a l’home perquè ha ressuscitat a una nova existència: el primogènit d’una nova creació, el segon i definitiu Adam que ja ha experimentat la força de l’Esperit, la glorificació escatològica i que està ple de divinitat. Sols així es fa present i vols ser sumit oferint-se amb la seva vida divina. No és “una cosa” sinó una persona viva, gloriosa i escatològica, que esdevé un cos plenament preparat per a la donació i la comunió plena.
“L’Eucaristia és com un segon adveniment o vinguda corporal de Crist glorificat”, afirma Luís Alonso Schökel. . No es pot entendre l’Eucaristia sinó partim de Crist mateix que s’apareix, es fa present, a la comunitat. És:
• Presència vertadera, Crist es dona realment.
• Presència objectiva, un do de Crist i no una suggestió nostra o sols real per la nostra fe personal aportada.
• Presència substancial, és una realitat total.
L’Eucaristia és abans que res presència del ressuscitat en mig de la seva comunitat, tal com ho fou a Emaus. No se’ns dona l’infant nat a Betlem ni l’home mort a la creu, sinó el Kyrios ressuscitat. Una presència:
És l’Esperit Sant qui fa possible aquesta presència de Crist en l’Eucaristia, l’Esperit obre la porta de la fe perquè puguem acollir aquesta presència.
Les presències de Crist en l’Eucaristia:
• En el pa i el vi: La més densa i privilegiada.
• En la Paraula proclamada: Crist se’ns dona primer com a paraula salvadora abans de donar-se com a aliment eucarístic.
• En la comunitat reunida i en el seu president: El president té la missió de visibilitzar a Crist Jesús actuant in persona Christi com a icona sacramental de Crist.
Aquestes tres presències queden ven expressades en l’episodi d’Emaus (Lc 24) quan els deixebles experimenten la proximitat del Senyor en la fracció del pa, quan els explicava la Paraula i en la seva pròpia aparició.
Crist, el Senyor, està present en tot moment en la seva Església i en la humanitat, però aquesta presència es fa més sagramental, és a dir visible en signes eficaços, quan l’assemblea cristiana està reunida i en ella es proclama la Paraula i es celebra l’Eucaristia on Crist arriba a una identificació misteriosa amb el pa i el vi per lliurar-se a nosaltres en ells.
La teologia escolàstica ha resumit aquesta presència afirmant que la res de l’Eucaristia, el seu efecte fonamental, és la comunió de tots amb Crist i entre si.
• Pau parla ja directament de koinonía, d’unió, de comunió: La copa de la benedicció que nosaltres beneïm, no és comunió amb la sang de Crist? El pa que partim, no és comunió amb el cos de Crist? (1 Co 10,16).
• Joan ho expressa també així: Qui menja la meva carn i beu la meva sang, està en mi, i jo, en ell. 57 A mi m'ha enviat el Pare que viu, i jo visc gràcies al Pare; igualment els qui em mengen a mi viuran gràcies a mi. (Jn 6, 56-57)
És una presència objectiva, ontològica que no acaba en els elements materials.
LOS SALMOS EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA
En la carta apostólica Novo millennio ineunte expresé el deseo de que la Iglesia se distinga cada vez más en el «arte de la oración», aprendiéndolo siempre de nuevo de los labios mismos del divino Maestro (cf. n. 32). Ese compromiso ha de vivirse sobre todo en la liturgia, fuente y cumbre de la vida eclesial. En esta línea es importante prestar mayor atención pastoral a la promoción de la Liturgia de las Horas, como oración de todo el pueblo de Dios (cf. ib., 34). En efecto, aunque los sacerdotes y los religiosos tienen un mandato preciso de celebrarla, también a los laicos se les recomienda encarecidamente. Esta fue la intención de mi venerado predecesor Pablo VI al publicar, hace poco más de treinta años, la constitución Laudis canticum, en la que establecía el modelo vigente de esta oración, deseando que «el pueblo de Dios acoja con renovado afecto» los salmos y los cánticos, estructura fundamental de la Liturgia de las Horas.
Es un dato esperanzador que muchos laicos, tanto en las parroquias como en las agrupaciones eclesiales, hayan aprendido a valorarla. Con todo, sigue siendo una oración que supone una adecuada formación catequística y bíblica, para poderla gustar a fondo.
Con esta finalidad comenzamos hoy una serie de catequesis sobre los salmos y los cánticos propuestos en la oración matutina de las Laudes. De este modo, deseo estimular y ayudar a todos a orar con las mismas palabras utilizadas por Jesús y presentes desde hace milenios en la oración de Israel y en la de la Iglesia.
Podríamos introducirnos en la comprensión de los salmos por diversos caminos. El primero consistiría en presentar su estructura literaria, sus autores, su formación, los contextos en que surgieron. También sería sugestiva una lectura que pusiera de relieve su carácter poético, que en ocasiones alcanza niveles altísimos de intuición lírica y de expresión simbólica. No menos interesante sería recorrer los salmos considerando los diversos sentimientos del alma humana que manifiestan: alegría, gratitud, acción de gracias, amor, ternura, entusiasmo, pero también intenso sufrimiento, recriminación, solicitud de ayuda y de justicia, que a veces desembocan en rabia e imprecación. En los salmos el ser humano se descubre plenamente a sí mismo.
Nuestra lectura buscará sobre todo destacar el significado religioso de los salmos, mostrando cómo, aun habiendo sido escritos hace muchos siglos por creyentes judíos, pueden ser usados en la oración de los discípulos de Cristo. Para ello nos serviremos de los resultados de la exégesis, pero a la vez veremos lo que nos enseña la Tradición, y sobre todo escucharemos lo que nos dicen los Padres de la Iglesia.
En efecto, los santos Padres, con profunda penetración espiritual, supieron discernir y señalar que Cristo mismo, en la plenitud de su misterio, es la gran «clave» de lectura de los salmos. Estaban plenamente convencidos de que en los salmos se habla de Cristo. Jesús resucitado se aplicó a sí mismo los salmos, cuando dijo a los discípulos: «Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí» (Lc 24,44). Los Padres añaden que en los salmos se habla de Cristo, o incluso que es Cristo mismo quien habla. Al decir esto, no pensaban solamente en la persona individual de Jesús, sino en el Christus totus, en el Cristo total, formado por Cristo cabeza y por sus miembros.
Así nace, para el cristiano, la posibilidad de leer el Salterio a la luz de todo el misterio de Cristo. Precisamente desde esta perspectiva se descubre también la dimensión eclesial, particularmente puesta de relieve por el canto coral de los salmos. De este modo se comprende que los salmos hayan sido tomados, desde los primeros siglos, como oración del pueblo de Dios. Si en algunos períodos históricos prevaleció una tendencia a preferir otras plegarias, fue gran mérito de los monjes el que se mantuviera en alto la antorcha del Salterio. Uno de ellos, san Romualdo, fundador de la Camáldula, en el alba del segundo milenio cristiano, -como afirma su biógrafo Bruno de Querfurt- llegó a sostener que los salmos son el único camino para hacer una oración realmente profunda: «Una via in psalmis».
Con esta afirmación, a primera vista exagerada, en realidad se remontaba a la mejor tradición de los primeros siglos cristianos, cuando el Salterio se había convertido en el libro por excelencia de la oración eclesial. Esta fue la opción decisiva frente a las tendencias heréticas que continuamente se cernían sobre la unidad de fe y de comunión. A este respecto, es interesante una estupenda carta que san Atanasio escribió a Marcelino, en la primera mitad del siglo IV, mientras la herejía arriana dominaba, atentando contra la fe en la divinidad de Cristo. Frente a los herejes que atraían hacia sí a la gente también con cantos y plegarias que respondían muy bien a los sentimientos religiosos, el gran Padre de la Iglesia se dedicó con todas sus fuerzas a enseñar el Salterio transmitido por la Escritura (cf. PG 27,12 ss). Así, al «Padre nuestro», la oración del Señor por antonomasia, se añadió la praxis, que pronto se hizo universal entre los bautizados, de la oración de los salmos.
También gracias a la oración comunitaria de los salmos, la conciencia cristiana ha recordado y comprendido que es imposible dirigirse al Padre que está en los cielos sin una auténtica comunión de vida con los hermanos y hermanas que están en la tierra. No sólo eso; los cristianos, al insertarse vitalmente en la tradición orante de los judíos, aprendieron a orar cantando las magnalia Dei, es decir, las maravillas realizadas por Dios tanto en la creación del mundo y de la humanidad, como en la historia de Israel y de la Iglesia. Sin embargo, esta forma de oración, tomada de la Escritura, no excluye ciertamente expresiones más libres, y estas no sólo continuarán caracterizando la oración personal, sino también enriqueciendo la misma oración litúrgica, por ejemplo con himnos y tropos. En cualquier caso, el libro del Salterio ha de ser la fuente ideal de la oración cristiana, y en él seguirá inspirándose la Iglesia en el nuevo milenio.
[Juan Pablo II, Catequesis del miércoles 28 de marzo de 2001]
domingo, 6 de abril de 2008
SALMO 2
SALMO 2
INTRODUCCION
Puede considerarse como salmo real, aunque éstas distinciones son convencionales, dado que no existe un patrón común para salmos como el 18, 20, 21, 45, 72, 89 110, 132, etc. Indudablemente la esfera socio-política y cultural en la que se mueve es la monarquía, institución básica para Israel tanto en su historia como en su fe y esperanza; en realidad, el absolutamente rey es Yahveh, pero los ungidos como reyes para el pueblo, le representan. En esta concepción jerárquica la relación de vasallaje es la más natural; por eso, a raíz de la victoria en la guerra, el vencedor se alza como soberano, y el vencido queda sometido a su voluntad; en el caso de guerras entre pueblos circunvecinos y reyes, el perdedor aceptaba esa relación con todas sus consecuencias, tanto administrativa como militarmente, incluyendo la deposición y nombramiento de un nuevo rey de la confianza del soberano. Rebeliones de vasallos coligados contra el soberano se constituían en episodios frecuentes, tanto más cuando un imperio rival prestaba apoyo a los rebeldes.
Siendo impensable, entonces, el concepto de aconfesionalidad del Estado, la concepción descrita regía lógicamente también en el ámbito religioso; es más, derivaba de ella. Los reyes o emperadores eran considerados descendientes de los dioses y, en el pueblo de Israel, Yahveh es considerado el Soberano de todo con potestad, por tanto, para nombrar o deponer reyes conforme a su criterio; ejemplos palmarios son Saúl, y David a quien le fue asegurado que su dinastía sería permanente a lo largo del tiempo:
“Afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. (2 Sam 7,12)
“Bendito sea el Nombre de Dios por los siglos de los siglos, pues suyos son el saber y la fuerza. El hace alternar estaciones y tiempos, depone a los reyes, establece a los reyes.” ((Dan 2,20)
Esta concepción perdurará prácticamente, no sólo en Israel sino en todo el viejo mundo hasta, probablemente, la Ilustración en Europa y su colofón, la Revolución francesa, que abrió espacio a nuevos conceptos socio-religioso-políticos entendidos hoy genéricamente como democracia.
De esta concepción, cifrada en el binomio rey-vasallo, deriva un concepto muy concreto de autoridad y sus hipotéticas secuelas, la represión entre ellas. No existe reclamación ni exigencia de que el soberano demuestre con hechos su gestión. Es rey “por la gracia de Dios” y sus posibles abusos son también “por la gracia de Dios” además, el respaldo de la autoridad divina conduce a concebir el ataque al rey como un ataque a Dios. El argumento de autoridad legitima la posible arbitrariedad real contra el argumento de razón, respaldado sólo por la lógica. El corrimiento hacia un régimen dictatorial será un riesgo siempre presente.
“Si mi padre os impuso un yugo pesado, yo os aumentaré la carga; que mi padre os castigó con azotes, yo os castigaré con latigazos” (I Re 12,10)
Pero ni la realeza ni el salmo se agotan en el riesgo de corrupción. El salmo 44 y otros muchos, lo pueden constatar; así como algunos textos bíblicos que claramente utilizan el símbolo de la realeza como vehículo de una era idílica, mesiánica:
“Saldrá un vástago del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yahveh. No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas, juzgará con justicia a los débiles, con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el soplo de sus labios.(Is 11, 1 ss.)
Por tanto, aunque nadie puede ser privado de la razón; ni la autoridad por sí misma, aún en nombre de Yahveh, es determinante para el que la ostenta, el símbolo de la realeza queda justificado, máxime tratándose de aquél hacia quien apunta en la historia de la salvación: Jesús de Nazaret, que, al hacer el bien, queda automáticamente revestido de autoridad:
“Me refiero a Jesús de Nazaret, cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo.” (Ac 10,38)
"¿Qué es esto?, una doctrina nueva revestida de autoridad: da órdenes a los espíritus inmundos y le obedecen.” (Mc 1,27-28)
“Aquellos hombres, maravillados, decían: ¿quién es éste?, hasta los vientos y el mar le obedecen. (Mt 8,27)
“La gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.” (Mt 7,29)
ARGUMENTO DEL SALMO
Si el salmo se limitara a hacer una apología de la realeza y sus atributos, de poco serviría es más, sería injusto y hasta ofensivo a la dignidad humana. Literalmente, pues, no tiene otro alcance que el propio de la época en que fue escrito; época tardía, corriendo tiempos de humillación nacional, en que los judíos se encuentran sin rey ni autonomía política necesitando, por otra parte, y con urgencia, un elemento de cohesión e identidad; una animación, precisamente cuando la promesa de Dios a David parece que deja de cumplirse. Son, los años del postexilio donde, el salmista, en un esfuerzo por sacar al pueblo de la desolación e infundirle esperanza, expresa ilusiones a contrapelo de la propia experiencia histórica; todo volverá a ser como antes. Lo cierto es que el pueblo fue llevado a la ruina por sus reyes que, perteneciendo a la dinastía davídica, no mostraron los signos propios de tal unción apareciendo entonces, en primer término, la realeza indiscutible de Yahveh, manifestada al decretar el destierro a Babilonia (Cf. Ps 136)
Pero en el mismo sueño de pervivencia, el salmista está construyendo el enlace que permitirá corroborar la perennidad de dicha dinastía. Por esta razón, el salmo no se agota en la literalidad sino que todo él es una provocación mesiánica, donde encuentra la plenitud de su sentido; un sucesor legítimo de David restaurará el pasado, e instaurará un futuro todavía más glorioso. La memoria nacional en la deportación hará surgir una literatura en torno a la realeza que insistirá en esta cuestión y así, mientras este salmo la abre, otro salmo, con el que se complementa, la cierra. Se trata del salmo 71(72), donde se describen las virtudes de un auténtico rey:
“El librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres, él rescatará sus vidas de la violencia, su sangre será preciosa a sus ojos” (Ps. 71).
Mientras el salmo 2 enuncia el principio de autoridad, necesaria en tiempos de confusión, el salmo 71 la llena de contenido, por lo que ambos deben ser leídos uno tras otro, como prólogo y epílogo de una evolución de conceptos que comienzan con la realeza, pasan por la imagen del Pastor y desembocan en la figura del Siervo, para poner las cosas en su sitio: la realeza y, en general, la autoridad, es un servicio que, en Jesús, alcanza la máxima expresión.
“Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados, que yo os daré respiro. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde, pues mi yugo es llevadero y mi carga ligera. (Mt 11, 28-30)
En Jesús de Nazaret, pues, la realeza, el poder y la autoridad adquieren su auténtica dimensión, por lo que el salmo debe tratarse fundamentalmente como mesiánico.
COMPOSICION y COMENTARIO
El salmo gira en torno a un eje construido a modo de oráculo que ratifica la permanencia de un rey al frente del pueblo, pese a su ausencia temporal; y la respuesta al mismo por parte de un supuesto ungido; como si se tratara de los ritos de entronización de los mejores tiempos.
“Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo.” (v. 6)
“Voy a proclamar el decreto del Señor: él me ha dicho: Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy.” (v.7)
Con estos dos versículos trata el salmista de afirmar, pese a la realidad de los acontecimientos, la permanencia de la dinastía conforme a la profecía de Natán.
“Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.” (2 Sam 7, 16)
El ungido rey es considerado como “hijo de adopción”, el preferido por parte de Yahveh. No se trata, por tanto de un hecho biológico sino de un acto jurídico. Todo el pueblo, en realidad, es adoptado:
“Cuando Israel era niño, lo amé, y desde Egipto llamé a mi hijo.” (Os 11,1)
Bien colectiva, bien singularmente, éste concepto de filiación es reiterativo en la Biblia y, por tanto, en la historia de salvación significa una selección, más que una generación natural.
Él me invocará: Tú eres mi padre, mi Dios, mi roca salvadora. Y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra.” (Ps 88, 27-28)
“Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré como rocío antes de la aurora.” (Ps 109, 3)
Lógicamente el hijo es el heredero, y de ahí que el salmo continúe en el v.8 haciendo hincapié, como en el resto, en la misma idea. Termina el salmo, no obstante, con una exhortación a respetar a Yahveh, pues la banalidad de los descendientes inmediatos de David, hizo caer a todo el pueblo en desgracia.
La exclamación final es un reconocimiento de lo ya expuesto; Yahveh es el único Rey, el que ofrece la mejor salvaguarda y refugio.
“¡Dichosos los que se refugian en él!” (v. 12)
INTENCION MESIANICA
El énfasis puesto en la perennidad de la dinastía regia hace de éste, como de otros salmos, que tenga una proyección fuertemente mesiánica; por eso debe ser leído fundamentalmente bajo esta perspectiva, pero añadiendo un matiz importante, el Mesías será rey, pero no solamente rey. Otros textos mesiánicos irán configurando su personalidad, que incluirá la de pastor de su pueblo.
“El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: (Ps 131, 11-12)
“Alégrate, ciudad de Sión; aclama, Jerusalén; mira a tu rey que está llegando: justo, victorioso, humilde, cabalgando un asno, una cría de borrica. (Zac 9,9)
"Les daré un pastor único que las pastoree: mi siervo David; él las apacentará, él será su pastor.” (Ez 34,23)
“Aquel día brotará un manantial en Jerusalén, lo mismo en verano que en invierno. El Señor será rey de todo el mundo. (Zac 14,8)
Jesús de Nazaret reúne, entre otras, estas condiciones; y los evangelios han sido confeccionados teniendo en cuenta éstos y otros textos con la intención de subrayar su cumplimiento.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Y él empezó a hablarles: Hoy, en vuestra presencia, se cumple este pasaje.” (Lc 4, 18 ss.)
LECTURA CRISTIANA
El salmo en cuestión, es citado con relativa frecuencia en el Nuevo Testamento sirviendo de apoyo a sus autores para dar a conocer la resurrección de Jesús como culminación de su obra y de su personalidad; por tanto como cumplimiento, e incluso superación, de las promesas.
“Lo que el ojo nunca vio, ni el oído oyó, ni hombre alguno llega a imaginar, Dios lo ha preparado para los que le aman y nos lo ha revelado a nosotros por medio del Espíritu.” (I Cor 2,9)
Con la Resurrección se abre un nuevo mundo y una nueva interpretación de las Escrituras, siendo los apóstoles los primeros en llevarla a cabo. El salmo 2 alcanza todo su sentido leído bajo esta perspectiva, hasta convertirse en revelación: El “hoy” del v.7 se hace un eterno presente que, en virtud de la resurrección, aclara definitivamente la identidad del hombre, Jesús de Nazaret.
“En el principio, antes de comenzar la tierra, fui engendrada. Cuando colocaba el cielo allí estaba yo.” (Prov 8, 23 ss.)
“En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra era Dios. La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros.” (Jn 1, 1.14)
Su reino, cuya inminencia anunció, es de una naturaleza tal que el prefacio de la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, describe así:
“Reino eterno y universal; reino de la verdad y la vida; reino de la santidad y la gracia; reino de la justicia, el amor y la paz.” (Prefacio, último domingo ordinario)
CONCLUSION
¿Utopía o realidad?, Esta es la cuestión; ni utopía ni realidad fáctica. Más allá del ejercicio de la sublimación, el salmista adopta una actitud básica de fe viva tal, que, en época de crisis nacional, sigue creyendo, contra toda evidencia, en la continuidad de la promesa hecha a David. De esta naturaleza es la fe basada en el testimonio apostólico, según el cual cabe esperar activamente una novedad que se ajusta a los términos descritos anteriormente.
“Dios resucitó a Jesús y nos lo hizo ver a todos nosotros, constituyéndole Señor y Mesías.” (Cf. Ac 2, 24.36)
INTRODUCCION
Puede considerarse como salmo real, aunque éstas distinciones son convencionales, dado que no existe un patrón común para salmos como el 18, 20, 21, 45, 72, 89 110, 132, etc. Indudablemente la esfera socio-política y cultural en la que se mueve es la monarquía, institución básica para Israel tanto en su historia como en su fe y esperanza; en realidad, el absolutamente rey es Yahveh, pero los ungidos como reyes para el pueblo, le representan. En esta concepción jerárquica la relación de vasallaje es la más natural; por eso, a raíz de la victoria en la guerra, el vencedor se alza como soberano, y el vencido queda sometido a su voluntad; en el caso de guerras entre pueblos circunvecinos y reyes, el perdedor aceptaba esa relación con todas sus consecuencias, tanto administrativa como militarmente, incluyendo la deposición y nombramiento de un nuevo rey de la confianza del soberano. Rebeliones de vasallos coligados contra el soberano se constituían en episodios frecuentes, tanto más cuando un imperio rival prestaba apoyo a los rebeldes.
Siendo impensable, entonces, el concepto de aconfesionalidad del Estado, la concepción descrita regía lógicamente también en el ámbito religioso; es más, derivaba de ella. Los reyes o emperadores eran considerados descendientes de los dioses y, en el pueblo de Israel, Yahveh es considerado el Soberano de todo con potestad, por tanto, para nombrar o deponer reyes conforme a su criterio; ejemplos palmarios son Saúl, y David a quien le fue asegurado que su dinastía sería permanente a lo largo del tiempo:
“Afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. (2 Sam 7,12)
“Bendito sea el Nombre de Dios por los siglos de los siglos, pues suyos son el saber y la fuerza. El hace alternar estaciones y tiempos, depone a los reyes, establece a los reyes.” ((Dan 2,20)
Esta concepción perdurará prácticamente, no sólo en Israel sino en todo el viejo mundo hasta, probablemente, la Ilustración en Europa y su colofón, la Revolución francesa, que abrió espacio a nuevos conceptos socio-religioso-políticos entendidos hoy genéricamente como democracia.
De esta concepción, cifrada en el binomio rey-vasallo, deriva un concepto muy concreto de autoridad y sus hipotéticas secuelas, la represión entre ellas. No existe reclamación ni exigencia de que el soberano demuestre con hechos su gestión. Es rey “por la gracia de Dios” y sus posibles abusos son también “por la gracia de Dios” además, el respaldo de la autoridad divina conduce a concebir el ataque al rey como un ataque a Dios. El argumento de autoridad legitima la posible arbitrariedad real contra el argumento de razón, respaldado sólo por la lógica. El corrimiento hacia un régimen dictatorial será un riesgo siempre presente.
“Si mi padre os impuso un yugo pesado, yo os aumentaré la carga; que mi padre os castigó con azotes, yo os castigaré con latigazos” (I Re 12,10)
Pero ni la realeza ni el salmo se agotan en el riesgo de corrupción. El salmo 44 y otros muchos, lo pueden constatar; así como algunos textos bíblicos que claramente utilizan el símbolo de la realeza como vehículo de una era idílica, mesiánica:
“Saldrá un vástago del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yahveh. No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas, juzgará con justicia a los débiles, con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el soplo de sus labios.(Is 11, 1 ss.)
Por tanto, aunque nadie puede ser privado de la razón; ni la autoridad por sí misma, aún en nombre de Yahveh, es determinante para el que la ostenta, el símbolo de la realeza queda justificado, máxime tratándose de aquél hacia quien apunta en la historia de la salvación: Jesús de Nazaret, que, al hacer el bien, queda automáticamente revestido de autoridad:
“Me refiero a Jesús de Nazaret, cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo.” (Ac 10,38)
"¿Qué es esto?, una doctrina nueva revestida de autoridad: da órdenes a los espíritus inmundos y le obedecen.” (Mc 1,27-28)
“Aquellos hombres, maravillados, decían: ¿quién es éste?, hasta los vientos y el mar le obedecen. (Mt 8,27)
“La gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.” (Mt 7,29)
ARGUMENTO DEL SALMO
Si el salmo se limitara a hacer una apología de la realeza y sus atributos, de poco serviría es más, sería injusto y hasta ofensivo a la dignidad humana. Literalmente, pues, no tiene otro alcance que el propio de la época en que fue escrito; época tardía, corriendo tiempos de humillación nacional, en que los judíos se encuentran sin rey ni autonomía política necesitando, por otra parte, y con urgencia, un elemento de cohesión e identidad; una animación, precisamente cuando la promesa de Dios a David parece que deja de cumplirse. Son, los años del postexilio donde, el salmista, en un esfuerzo por sacar al pueblo de la desolación e infundirle esperanza, expresa ilusiones a contrapelo de la propia experiencia histórica; todo volverá a ser como antes. Lo cierto es que el pueblo fue llevado a la ruina por sus reyes que, perteneciendo a la dinastía davídica, no mostraron los signos propios de tal unción apareciendo entonces, en primer término, la realeza indiscutible de Yahveh, manifestada al decretar el destierro a Babilonia (Cf. Ps 136)
Pero en el mismo sueño de pervivencia, el salmista está construyendo el enlace que permitirá corroborar la perennidad de dicha dinastía. Por esta razón, el salmo no se agota en la literalidad sino que todo él es una provocación mesiánica, donde encuentra la plenitud de su sentido; un sucesor legítimo de David restaurará el pasado, e instaurará un futuro todavía más glorioso. La memoria nacional en la deportación hará surgir una literatura en torno a la realeza que insistirá en esta cuestión y así, mientras este salmo la abre, otro salmo, con el que se complementa, la cierra. Se trata del salmo 71(72), donde se describen las virtudes de un auténtico rey:
“El librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres, él rescatará sus vidas de la violencia, su sangre será preciosa a sus ojos” (Ps. 71).
Mientras el salmo 2 enuncia el principio de autoridad, necesaria en tiempos de confusión, el salmo 71 la llena de contenido, por lo que ambos deben ser leídos uno tras otro, como prólogo y epílogo de una evolución de conceptos que comienzan con la realeza, pasan por la imagen del Pastor y desembocan en la figura del Siervo, para poner las cosas en su sitio: la realeza y, en general, la autoridad, es un servicio que, en Jesús, alcanza la máxima expresión.
“Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados, que yo os daré respiro. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde, pues mi yugo es llevadero y mi carga ligera. (Mt 11, 28-30)
En Jesús de Nazaret, pues, la realeza, el poder y la autoridad adquieren su auténtica dimensión, por lo que el salmo debe tratarse fundamentalmente como mesiánico.
COMPOSICION y COMENTARIO
El salmo gira en torno a un eje construido a modo de oráculo que ratifica la permanencia de un rey al frente del pueblo, pese a su ausencia temporal; y la respuesta al mismo por parte de un supuesto ungido; como si se tratara de los ritos de entronización de los mejores tiempos.
“Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo.” (v. 6)
“Voy a proclamar el decreto del Señor: él me ha dicho: Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy.” (v.7)
Con estos dos versículos trata el salmista de afirmar, pese a la realidad de los acontecimientos, la permanencia de la dinastía conforme a la profecía de Natán.
“Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.” (2 Sam 7, 16)
El ungido rey es considerado como “hijo de adopción”, el preferido por parte de Yahveh. No se trata, por tanto de un hecho biológico sino de un acto jurídico. Todo el pueblo, en realidad, es adoptado:
“Cuando Israel era niño, lo amé, y desde Egipto llamé a mi hijo.” (Os 11,1)
Bien colectiva, bien singularmente, éste concepto de filiación es reiterativo en la Biblia y, por tanto, en la historia de salvación significa una selección, más que una generación natural.
Él me invocará: Tú eres mi padre, mi Dios, mi roca salvadora. Y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra.” (Ps 88, 27-28)
“Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré como rocío antes de la aurora.” (Ps 109, 3)
Lógicamente el hijo es el heredero, y de ahí que el salmo continúe en el v.8 haciendo hincapié, como en el resto, en la misma idea. Termina el salmo, no obstante, con una exhortación a respetar a Yahveh, pues la banalidad de los descendientes inmediatos de David, hizo caer a todo el pueblo en desgracia.
La exclamación final es un reconocimiento de lo ya expuesto; Yahveh es el único Rey, el que ofrece la mejor salvaguarda y refugio.
“¡Dichosos los que se refugian en él!” (v. 12)
INTENCION MESIANICA
El énfasis puesto en la perennidad de la dinastía regia hace de éste, como de otros salmos, que tenga una proyección fuertemente mesiánica; por eso debe ser leído fundamentalmente bajo esta perspectiva, pero añadiendo un matiz importante, el Mesías será rey, pero no solamente rey. Otros textos mesiánicos irán configurando su personalidad, que incluirá la de pastor de su pueblo.
“El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: (Ps 131, 11-12)
“Alégrate, ciudad de Sión; aclama, Jerusalén; mira a tu rey que está llegando: justo, victorioso, humilde, cabalgando un asno, una cría de borrica. (Zac 9,9)
"Les daré un pastor único que las pastoree: mi siervo David; él las apacentará, él será su pastor.” (Ez 34,23)
“Aquel día brotará un manantial en Jerusalén, lo mismo en verano que en invierno. El Señor será rey de todo el mundo. (Zac 14,8)
Jesús de Nazaret reúne, entre otras, estas condiciones; y los evangelios han sido confeccionados teniendo en cuenta éstos y otros textos con la intención de subrayar su cumplimiento.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Y él empezó a hablarles: Hoy, en vuestra presencia, se cumple este pasaje.” (Lc 4, 18 ss.)
LECTURA CRISTIANA
El salmo en cuestión, es citado con relativa frecuencia en el Nuevo Testamento sirviendo de apoyo a sus autores para dar a conocer la resurrección de Jesús como culminación de su obra y de su personalidad; por tanto como cumplimiento, e incluso superación, de las promesas.
“Lo que el ojo nunca vio, ni el oído oyó, ni hombre alguno llega a imaginar, Dios lo ha preparado para los que le aman y nos lo ha revelado a nosotros por medio del Espíritu.” (I Cor 2,9)
Con la Resurrección se abre un nuevo mundo y una nueva interpretación de las Escrituras, siendo los apóstoles los primeros en llevarla a cabo. El salmo 2 alcanza todo su sentido leído bajo esta perspectiva, hasta convertirse en revelación: El “hoy” del v.7 se hace un eterno presente que, en virtud de la resurrección, aclara definitivamente la identidad del hombre, Jesús de Nazaret.
“En el principio, antes de comenzar la tierra, fui engendrada. Cuando colocaba el cielo allí estaba yo.” (Prov 8, 23 ss.)
“En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra era Dios. La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros.” (Jn 1, 1.14)
Su reino, cuya inminencia anunció, es de una naturaleza tal que el prefacio de la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, describe así:
“Reino eterno y universal; reino de la verdad y la vida; reino de la santidad y la gracia; reino de la justicia, el amor y la paz.” (Prefacio, último domingo ordinario)
CONCLUSION
¿Utopía o realidad?, Esta es la cuestión; ni utopía ni realidad fáctica. Más allá del ejercicio de la sublimación, el salmista adopta una actitud básica de fe viva tal, que, en época de crisis nacional, sigue creyendo, contra toda evidencia, en la continuidad de la promesa hecha a David. De esta naturaleza es la fe basada en el testimonio apostólico, según el cual cabe esperar activamente una novedad que se ajusta a los términos descritos anteriormente.
“Dios resucitó a Jesús y nos lo hizo ver a todos nosotros, constituyéndole Señor y Mesías.” (Cf. Ac 2, 24.36)
MUSICA DE DIOS - MARIA
Como el sol llena la tierra
así tu Amor llena mi corazón
y al llegar la noche
con la luna a tus pies
allí estás Tú
tranquila, serena
vestida de resplandor.
Madre, déjame ser un poco como Tú,
enséñame a decir si
para que Dios habite en mí.
Hoy te he sentido al rezar
y al sentirte me puse a caminar.
Te vi en el azul del mar
y me acompañaste en mi peregrinar.
María, Madre de Dios
por la fe sabes vivir la oscuridad,
yo ando buscando la Luz,
dame tu fe, acógeme, por caridad.
Gracias por tu saber estar
gracias por tu humildad
gracias por acogerme un día más.
ANGELES DE DIOS
Si sientes un murmullo muy cerca de ti
es un Ángel llegando para recibir
todas tus oraciones y llevarlas al cielo.
Así abre el corazón y comienza a alabar
el gozo del cielo todo. Sobre el altar
hay un Ángel llevando bendición en sus manos
Hay Ángeles volando en este lugar
en medio del pueblo y junto al altar
subiendo y bajando en todas direcciones.
No sé si la Iglesia subió o si el Cielo bajó
si sé que está lleno de Ángeles de Dios
porque el mismo Dios está aquí.
Cuando los Ángeles pasan
la Iglesia se alegra, ella canta, ella llora
ella rie y congrega, enfrenta al infierno
y disipa el mal.
Siente la brisa del vuelo de tu Ángel,ahora
confia hermano, pues esta es tu hora
la bendicion llego y te la vas a llevar.
...non in clamosa voce, sed in lacrimis et intentione cordis...
es un Ángel llegando para recibir
todas tus oraciones y llevarlas al cielo.
Así abre el corazón y comienza a alabar
el gozo del cielo todo. Sobre el altar
hay un Ángel llevando bendición en sus manos
Hay Ángeles volando en este lugar
en medio del pueblo y junto al altar
subiendo y bajando en todas direcciones.
No sé si la Iglesia subió o si el Cielo bajó
si sé que está lleno de Ángeles de Dios
porque el mismo Dios está aquí.
Cuando los Ángeles pasan
la Iglesia se alegra, ella canta, ella llora
ella rie y congrega, enfrenta al infierno
y disipa el mal.
Siente la brisa del vuelo de tu Ángel,ahora
confia hermano, pues esta es tu hora
la bendicion llego y te la vas a llevar.
...non in clamosa voce, sed in lacrimis et intentione cordis...
CUANDO EL VIENTO HABLA
Esta noche el viento, me habló
sal del desierto amigo
y deja su calor
mi fuerza está a tu lado
si olvidas el temor
te mostraré otra tierra
Esta noche el viento, me habló
se puede construir una nueva ciudad
no temas pisar caminos que nadie piso
rompe la opresión mira el gran cántaro el agua manó
Viento del desierto, eres viento abrasador
eres viento mi fuerza y mi Señor
Esta noche el viento me habló
tendrás que caminar bajo la luna y el sol
pero tus pies no encontraran cansancio ni ardor
pues un futuro se abre más allá de los dos.
sal del desierto amigo
y deja su calor
mi fuerza está a tu lado
si olvidas el temor
te mostraré otra tierra
Esta noche el viento, me habló
se puede construir una nueva ciudad
no temas pisar caminos que nadie piso
rompe la opresión mira el gran cántaro el agua manó
Viento del desierto, eres viento abrasador
eres viento mi fuerza y mi Señor
Esta noche el viento me habló
tendrás que caminar bajo la luna y el sol
pero tus pies no encontraran cansancio ni ardor
pues un futuro se abre más allá de los dos.
NO HAY LLOROS POR UN NIÑO MUERTO
[1]Saludo y me marcho.
Me vuelvo al origen.
Soy niño y soy débil.
Yo no hago la guerra y la sufro.
Me muero y me callo, me marcho.
NO HAY LLOROS POR UN NIÑO MUERTO
EN EL TERCER MUNDO
No existo.
No me hacen partida. No nazco.
No me hacen registro. No muero.
Aún he abierto los ojos.
Vivir lo he intentado.
Se acaba mi plazo.
No hay fuerzas. No hay sitio.
Soy un angelito.
Comparto impotencia
con padres mestizos.
Al menos no sufro.
Mi muerte es muy dulce.
Me acoge el silencio
y un dato estadístico.
Es normal, somos tantos.
Ojitos de niño nacidos sin mundo.
Vagidos de niño nacido de hambre.
Proyectos de niño.
NO HAY LLOROS POR UN NIÑO MUERTO
EN EL TERCER MUNDO
CRISTO, HOY TU MUERES POR FALTA DE AMOR
Me pregunto cómo puedo vivir y decirte, Señor, Padre mío! Si mi hermano se muere de hambre, si mi hermano se muere de sed, y no sé Señor que responder, pero quiero dar mi vida por los pobres como tú; denunciar las injusticias, compartir todo mi pan. Sólo así te diré ¡Padre! y Tú sonreirás en el rostro de ese hambriento. Tú me sonreirás.
Domund 2007
[1] KAIROI
Me vuelvo al origen.
Soy niño y soy débil.
Yo no hago la guerra y la sufro.
Me muero y me callo, me marcho.
NO HAY LLOROS POR UN NIÑO MUERTO
EN EL TERCER MUNDO
No existo.
No me hacen partida. No nazco.
No me hacen registro. No muero.
Aún he abierto los ojos.
Vivir lo he intentado.
Se acaba mi plazo.
No hay fuerzas. No hay sitio.
Soy un angelito.
Comparto impotencia
con padres mestizos.
Al menos no sufro.
Mi muerte es muy dulce.
Me acoge el silencio
y un dato estadístico.
Es normal, somos tantos.
Ojitos de niño nacidos sin mundo.
Vagidos de niño nacido de hambre.
Proyectos de niño.
NO HAY LLOROS POR UN NIÑO MUERTO
EN EL TERCER MUNDO
CRISTO, HOY TU MUERES POR FALTA DE AMOR
Me pregunto cómo puedo vivir y decirte, Señor, Padre mío! Si mi hermano se muere de hambre, si mi hermano se muere de sed, y no sé Señor que responder, pero quiero dar mi vida por los pobres como tú; denunciar las injusticias, compartir todo mi pan. Sólo así te diré ¡Padre! y Tú sonreirás en el rostro de ese hambriento. Tú me sonreirás.
Domund 2007
[1] KAIROI
MI VIDA SIN TI
Bueno, voy a presentarme, soy un chico de treinta y ocho años y soy de Terrassa, provincia de Barcelona.
Nací un lunes dos de Marzo, y todo mi vida he estado buscando a Cristo, hasta que me di cuenta que no me miraba a mi mismo para poderlo encontrar. En mi corazón.
Mi gran virtud: el idealismo, no temo ser rechazado.
Ostento Independencia, intento ser constante.
Mi filosofía: buscar cosas nuevas y nuevos horizontes.
El Existo son momentos de Felicidad. Para mí los amigos son lealtad: las relaciones afectivas ocupan en mi vida un lugar muy importante.
Valoro mucho mi independencia: no me gusta que otros intervengan o quieran dirigir mi vida.
Temperamental: con un fuerte carácter que me lleva a mostrarme demasiado impulsivo, testarudo.
Debo contener mi impaciencia...
Sentimientos que crees eternos y resultan fugaces. Todo se va... ¿Por que hay cosas que nos sorprenden sin sorprendernos? ¿Por qué se adivina tanto en las miradas?
Es frustrante que existan personas con las que puedas conectar en algunos momentos, pero tan pocas a las que puedas querer.
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