lunes, 2 de mayo de 2011
El Sur es mi Norte
¿Por qué decir que el Sur ahora se transformó en mi Norte? La verdad es que esa frase es una variación de lo que una vez afirmó Joaquín Torres García, un importante artista uruguayo que creó ese mapa (América invertida – 1943).
“…en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte.”
(Joaquín Torres García. Universalismo Constructivo, Bs. As. : Poseidón, 1941.)
Llegando a Uruguay, y viniendo desde un país al norte que ya buscó dominarlo territorialmente y económicamente (en ese último caso, la agenda de dominación aún sigue, disfrazada en los mecanismos de integración del Mercosur), tengo que aprender a ver las personas y la realidad a partir de puntos de referencia distintos.
La vivencia y comunicación del evangelio se darán mucho mejor cuando ocurria ese proceso de encarnación en la otra cultura. Tengo una fuerte sospecha de que eso no se da rápidamente. Lleva tiempo, muchas veces toda una vida, para entender y comunicar el evangelio de vida en Jesús cundo lo vivimos y lo trasladamos a otra cultura.
La propia revelación de Dios llegó hasta nosotros en ese proceso de mezcla y transposición de variadas culturas. Las diversas culturas de los tiempos bíblicos, las culturas de los intermediarios en un largo proceso histórico, la cultura de los misioneros que llegaran con el “Libro” a nuestro país, y ahora “mi” cultura cuando llego al “otro” país.
Diversidad de culturas, samba, tango, “jeitinho” brasileño y garra charrúa (nación indígena prácticamente exterminada por los blancos “cristianos” del pasado) para manejar tantos puentes, interpretaciones y aplicaciones de tales verdades que aún creemos que hay en el evangelio de Jesús.
Nuestro consuelo y esperanza es que recibimos una ayuda divina en el proceso. Dios, en su misericordia viene y nos forma en el medio de la jornada. Muchas veces nos hace crecer al mismo tiempo en que nos humilla. Pero esa es una buena humillación, lo reconozco sin ser masoquista. Cuando dependemos más de Dios para entender algunas cosas, y cuando escuchamos más de nuestros hermanos para entender la Palabra y crecer en la fe, en un esfuerzo comunitario y misionero, siento que estoy en una situación ideal para madurar, rumbo a lo que Dios desea de mi.
¿Qué quiere Él de mi? Bueno, en el camino voy descubriendo, con la gracia de Dios.
http://www.cieeal.org/blog/31