jueves, 10 de agosto de 2017

POR LAS MADRES

Oh, Dios te ofrecemos alabanza y bendición, por las dulces tareas de la maternidad en la vida humana. Te bendecimos por nuestras propias madres que construyeron nuestras vidas con su ejemplo;  que nos trajeron al mundo con dolor y nos amaron más por ello; que nos alimentaron con su seno y que nos arrullaron para dormir en la suave seguridad de sus brazos. 

Te damos gracias por su amor que no  se cansa nunca, por sus oraciones sin palabras, por la agonía con que nos siguieron a  través de nuestros pecados y porque nos hicieron volver al buen camino  con el poder de sacrificio y redención que recibieron de Ti. Te rogamos que nos perdones si en nuestro egoísmo aceptamos su amor como nuestro derecho sin devolverles la ternura que ellas nos piden como única recompensa.
 

Y sí poseemos aún el gran tesoro que es la vida de nuestras madres, concédenos que la cuidemos en su ancianidad en la misma forma en que ellas cuidaron de nosotros cuando éramos  débiles.
Amen

martes, 8 de agosto de 2017

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), 9 de agosto

«Mártir carmelita de origen judío, destacada filósofa e incesante buscadora de la verdad, que halló tras la lectura de la autobiografía de Teresa de Jesús. Copatrona de Europa y patrona de la Jornada Mundial de la Juventud en 2005»

Esta extraordinaria mujer llevó su búsqueda de la verdad hasta las últimas consecuencias creyendo que detrás de ella se hallaba Dios. Nació en Breslau, Polonia (entonces Alemania), el 12 de octubre de 1891, en plena celebración del Yom Kippur hebreo. Su madre, de profunda fe judía, acogió gozosa a la undécima de sus hijos que vino al mundo justamente el día de la Expiación. Este signo premonitorio marcaría la vida de Edith que se vinculó a la Pasión redentora de Cristo. Su camino estuvo plagado de renuncias y sufrimientos de distinta índole, comenzando por la pérdida de su padre cuando apenas tenía 2 años. Era de temperamento nervioso e irascible, pero tras él se escondía una privilegiada inteligencia que le llevaba a reflexionar con inusual madurez a la edad de 7 años. Sin embargo, al llegar a la adolescencia, en una crisis aguda propia de la edad dejó aparcados sus estudios y las prácticas piadosas que su madre le había inculcado. Pasó gran parte de 1906 en Hamburgo junto a su hermana Else y al año siguiente, reconciliada consigo misma y con la vida en general, retornó a las aulas.

Era una alumna destacada. Por puro interés crematístico, dado que en un futuro debía ganarse el sustento, en 1911 tras haber realizado la reválida cursó estudios de historia alemana y psicología en la universidad de Breslau. Pero su verdadera pasión era la filosofía. Por ello, en 1913 ingresó en la universidad de Göttingen. Las tesis de Edmund Husserl, promotor de la corriente fenomenológica, causaban furor. Y Edith, como muchos alumnos, se afilió a ella. Husserl fue su profesor y director de tesis. En esos años trabó contacto con Max Scheler, y el atisbo de luz que ya había percibido en su búsqueda de la verdad junto a Husserl, si bien fue incompleta, al escuchar a Scheler despejó su camino y le mostró la vía del catolicismo. Era un paso crucial, ya que su trayectoria había estado marcada por un férreo ateísmo.

Aprobó el examen de Estado en 1915 con la brillantez acostumbrada, y realizó un curso de enfermería para auxiliar a los heridos de la Guerra Mundial en un hospital militar austriaco. En 1916, después de haber visto de cerca el sufrimiento y la muerte de tantos jóvenes combatientes, preparó y defendió la tesis que mereció la más alta calificación. Algunos de sus amigos y compañeros pudieron influirle en el camino de la fe, pero los elegidos para que diese el salto definitivo fueron el colaborador de Husserl, Adolf Reinach, y su esposa, convertidos al catolicismo. Cuando Adolf murió, Edith se halló frente a la fe y esperanza de su viuda, que acogía confiada el reencuentro con él en la vida eterna. Quedó desarmada: «Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores… Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo».

Edith fue ayudante de Husserl desde 1916 hasta 1918. No volvió a verlo hasta 1930. Preocupada por el papel de la mujer, de la que fue activa defensora en conferencias y escritos, su condición femenina le creó muchos problemas para ejercer la docencia. Además, su origen judío constituyó un veto para obtener la habilitación acreditativa para impartir clases. Regresó a Breslau y se centró en la redacción de artículos. Entre sus diversas lecturas, introdujo la del Nuevo Testamento y los Ejercicios de san Ignacio de Loyola. En el transcurso de una corta estancia en el domicilio de su amiga Hedwig Conrad-Martius en 1921, leyó la vida de la santa de Ávila y le invadió una profunda conmoción: «Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad». Se bautizó en enero de 1922 y en febrero recibió la confirmación. Pasó por el duro trance de ver con cuánto dolor acogía su madre la noticia. Quiso ingresar en el Carmelo, pero tampoco lo tuvo fácil. Los años siguientes ejerció como profesora, se dedicó a traducir textos, entre otros, de santo Tomás de Aquino, a impartir conferencias, y a escribir obras de gran profundidad filosófica.

En 1933, cuando el holocausto judío había estallado, le abrieron las puertas del Carmelo de Colonia. Volvió a su hogar y se despidió de su madre en medio de indecible sufrimiento. Las lágrimas de ambas rodando por sus mejillas no eran más que la pálida sombra de dos corazones que sin romperse jamás seguían dos caminos de fe divergentes. Cuando Edith abandonó su casa, junto al peso del ofrecimiento que hizo a Cristo, brillaba con inusitada fuerza el candil de la esperanza evangélica: «todo aquél que deje padre, y madre…». Sabía que esos jirones de su vida iban reconvirtiéndose en odres nuevos conforme se alejaba de los suyos para adentrarse en su apasionante destino. Tomó el hábito en 1934, a los 42 años, y el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. En 1936 culminaba su emblemática obra Ser finito y ser eterno. Profesó en abril de 1938 y ese mismo mes fallecía Husserl.

Su admirable vida, fraguada de trabajo, humildad, oración y sacrificios iba desarrollándose en este convento y en el holandés de Echt desde finales de 1938. Hasta que el 2 de agosto de 1942 los nazis la detuvieron a ella y a su hermana Rosa, que había seguido sus pasos y era portera del convento. «Ven, vayamos por nuestro pueblo», le dijo. En «Amor por la cruz» había escrito: «Solo puede aspirar a la expiación quien tiene abiertos los ojos del espíritu al sentido sobrenatural de los acontecimientos del mundo; esto resulta posible solo en los hombres en los que habita el Espíritu de Cristo, que como miembros de la Cabeza encuentran en Él la vida, la fuerza, el sentido y la dirección». De Amersfoort pasaron al campo de extermino de Westerbork. Recluidas en él hasta el 7 de agosto, el 9 las trasladaron a Auschwitz-Birkenau junto a 987 judíos, siendo sacrificadas en la cámara de gas. Frente a la ignominia y la sinrazón de la Shoah, Edith halló al pie de la cruz la luz redentora de Cristo. Juan Pablo II la beatificó el 1 de mayo de 1987, y la canonizó el 11 de octubre de 1998. El 12 de julio de 1999 la declaró copatrona de Europa.

https://es.zenit.org/articles/santa-teresa-benedicta-de-la-cruz-edith-stein-9-de-agosto-3/

lunes, 7 de agosto de 2017

LA TRANSFIGURACION DEL SEÑOR

Mateo, Marcos y Lucas, nos narran, con la diferencia de algunos ligeros matices, el acontecimiento de la Transfiguración. Jesús había hablado a sus discípulos de su inminente pasión y muerte. Y para que no vacilasen en la fe, invita a tres de ellos, Pedro, Santiago y Juan, a subir con Él al monte Tabor, precisamente los tres que verían su agonía en Getsemaní.

En el Tabor les mostró el Señor su gloria y esplendor, a la vez que Moisés y Elías se aparecían hablando con Jesús. Allí se transfiguró delante de ellos. Su rostro brillaba como el sol, y sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no es capaz de blanquearlos ningún batanero del mundo, según precisa plásticamente el evangelista San Marcos.

Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús: Señor, qué bien estamos aquí. Si quieres, hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Pero aquello no era más que un breve episodio. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube, que decía: Éste es mi Hijo amado en quien tengo puestas todas mis complacencias. Escuchadle.

Esta voz les confortaría en el momento de la prueba. Nunca la podrían olvidar. Sobre todo Pedro, que escribirá más tarde: Esta voz traída del cielo, la oímos nosotros, estando con Él en la montaña sagrada.

La voz del Padre es apremiante. Si Jesús es el Amado en quien tiene puestas todas sus complacencias, quiere decir que sólo se complacerá el Padre en nosotros en cuanto nos parezcamos a Jesús, en cuanto le imitemos, en cuanto reflejemos su imagen, y reproduzcamos sus gestos y palabras.

Sólo se complacerá el Padre en nosotros, si escuchamos a Jesús, que es su Palabra, pues, como dice la Carta a los Hebreos, en múltiples ocasiones y de muchas maneras habló Dios a nuestros padres en tiempos de los profetas, pero ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y es el reflejo de su gloria.

San Juan de la Cruz comenta agudamente estas palabras: Como el Padre nos dio a su Hijo -que es una Palabra suya, que no tiene otra- todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra y no tiene más que hablar. Que Dios ha quedado ya como mudo, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas, ya lo ha hablado en Él todo, dándonos el todo que es su Hijo. Sería pues una desconsideración ir pidiendo a Dios nuevas revelaciones, puesto que todo nos lo tiene revelado ya en su Hijo: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo puestas todas mis complacencias. Escuchadle.

Algunos Santos Padres aportan una curiosa interpretación a la Transfiguración. Jesús, dicen, siempre estaba transfigurado, su divinidad irradiaba siempre a través de la envoltura de la naturaleza humana, su rostro siempre estaba resplandeciente -"ese halo luminoso que despiden las almas más santas"-, pero los discípulos, enredados en problemas de preeminencias, enfrascados en pequeños detalles, mezclados entre multitudes, entretenidos en pequeñas cosas, no podían vislumbrar el brillo del rostro de Jesús.

Bastó que dejaran el espesor del valle, que subieran a la montaña, que dejaran aparte sus minúsculas preocupaciones, que se purificaran los ojos, que miraran más fijamente, sin estorbos, al rostro de Jesús, para que descubrieran el fulgor de su mirada, el rostro siempre radiante de Jesús.

Dice un autor que si el hombre mirara con frecuencia al cielo, acabarían naciéndole alas. Y otro más prosaico afirma que al que sólo mira al suelo le salen cuatro patas. Pero Dios nos dio los ojos para mirar a lo alto.

San Cayetano

Cayetano nace en Vicenza, que pertenecía en aquel entonces a la República de Venecia, de padres nobles. Su padre ostentaba el título de conde de Thiene. Su madre otro de mayor gloria y que sin duda influirá mucho más en el alma y vida futura de Cayetano: era terciaria dominica. Ella se preocupará, sobre todo, de la educación sólida en piedad de su hijo y le hablará tantas veces de la vanidad de las riquezas y honores del mundo.

La divina Providencia guía sus pasos por los senderos de una nueva vía. Un día estaba en sus bellos jardines meditando en cosas del cielo cuando ve que una blanquísima paloma da vueltas sobre su cabeza y le parece oír este hermoso mensaje: "Cayetano, la paz sea contigo. Procura no perderla nunca. Y trata de contagiarla a los demás". Será ésta una de las notas más características de su vida. Él será para sí duro, mortificado e intransigente, pero en cambio será suave y dulce para con los demás. Será siempre la dulzura, la paz, el porte delicado y distinguido lo que llamará la atención dé este apuesto joven jurisconsulto primero y clérigo después.

Estudió leyes en Padua y en Vicenza y ejerció durante algún tiempo de abogado pero pronto, después de unos años pasados entre pleitos y leyes, verá que aquél no es su camino y procurará tomar otro que le conduzca con mayor certeza hacia la verdadera vida.

Se ordena sacerdote y trabaja de lleno en toda clase de apostolados: A imitación de San Pablo, en primer lugar se retira al desierto de Rampazzo y pasa algún tiempo entregado a la oración y mortificación de su cuerpo. Después el obispo lo elige como familiar y así entra Cayetano a formar parte del clero romano en el que influirá más que ningún otro clérigo de su tiempo. Son los años floridos del Renacimiento que trae muchas cosas buenas y otras que materializan y alejan de la verdadera práctica de la fe y de la entrega generosa al Señor.

El Papa Julio II el 1512 convoca el V Concilio de Letrán. Pronto se da cuenta Cayetano que antes que reformar la Iglesia y las estructuras, lo que importa es reformarse uno a sí mismo. Por ello cada día antes de llegarse al altar piensa: "Yo polvo y gusanillo me atrevo a presentarme ante la Santísima Trinidad y tocar con mis manos al Creador del Universo". Cayetano celebraba la Misa como un serafín. Sabrá apreciar lo grande de este misterio cuando dice al compañero de antaño y ahora Papa Pablo IV: "El sacrificio de la Misa es la ocupación más excelente de la tierra, el negocio más urgente, preferible a cualquier otro, por ser la vida y savia de toda obra".

Cayetano se entrega, sobre todo, a la reforma del clero ya que es consciente de la gran influencia que el sacerdote ejerce en la marcha de la humanidad. Para ello funda, en compañía del futuro Pablo IV, la Orden llamada popularmente de los Teatinos. Su ideal será: Imitar la vida de los Apóstoles, tratando de ensamblar la vida contemplativa con la activa mediante un gran vida de austeridad y ardor apostólico.

A Cayetano se le ve crecer de día en día en los caminos de la perfección. Lo notan cuantos le tratan de cerca. Un día dice: "Veo a Cristo pobre y a mí rico. A Cristo despreciado y a mí honrado. Así no puedo seguir. Deseo y quiero parecerme a él. Para ello voy a dar un paso más". Y lo dio.

Su misión ya estaba cumplida. Fue el mejor preparador del Concilio de Trento. Sin hacer ruido, delicadamente, partió hacia la eternidad con deseos ardientes "de unirse con el Cordero Inmaculado". Era el 7 de agosto de 1547.

San Cayetano fue beatificado el 8 de octubre de 1629 por el papa Urbano VIII y canonizado el 12 de abril de 1671 por el papa Clemente X.

Sus reliquias se veneran en la Basílica de San Pablo Mayor, en Nápoles.

jueves, 6 de julio de 2017

UNA ORACIÓN DE SANACIÓN

Señor mío, aumenta mi fe de tal modo que yo siempre pueda fiarme de tu providencia y de tu infinito poder para alcanzar todos mis objetivos.

Bendice a cada uno de los que amo y que me ven como su apoyo, no quiero fallarles. Cobija mi corazón y dame fuerzas para ser luz para todos ellos.

Que a través de mis acciones, Tú les hagas sentir todo el poder sanador de tu perdón y de tu amor y que pueden superar cualquier problema a tu lado.

Quiero vivir y sentir tu presencia en mi vida. Ábreme el corazón al perdón para desechar todo resto de dolor que me hace guardar rencor.

Quiero renovar hoy mi alianza Contigo. Confiar en tus bendiciones, en que me proteges con tu divino amor para que ningún mal pueda hacerme daño.

Sé que no me abandonarás, aunque vuelva a fallarte una y otra vez, y mis errores me pesen de por vida. Tu poder me levanta y me brindas vida nueva.

Tú eres mi Refugio que purifica y santifica mi corazón. Te pido que abras caminos de esperanza para mí y me ayudes a vencer las dificultades.

Necesito de la guía de tu Espíritu Santo para poder corresponder con amor a todas tus obras y descansar feliz en tu presencia. Amén

viernes, 23 de junio de 2017

SAGRADO CORAZÓN DE JESUS

Solemnidad del Sagrado Corazon de Jesus.  (SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO)

No se sabe de algún arqueólogo que haya descubierto, grabado en piedra allá por los comienzos del mundo, la figura de un corazón atravesado por una flecha. Los hombres primitivos debieron manifestar con otros signos ese sentimiento colosal y único que se llama enamoramiento. Pero en nuestra cultura, ya como seres erguidos y absolutamente pensantes, el signo de un corazón viene a ser como el desquite de la naturaleza humana ante un mundo cada vez más mecanizado. ¿Por qué la Iglesia no iba a señalar también en el corazón su propio signo de ternura para manifestar el amor de Dios a la humanidad? Es necesario ahora más que nunca en esta sociedad de máquinas y robots. Tenemos un mundo huérfano de cariño. Muchas veces también una Iglesia demasiado acartonada y rígida, como avergonzada de haber sido convocada nada más que por el amor. Porque eso es lo que representa el Corazón de Jesús: el amor derramado, regalado, comprometido con esta humanidad arisca, un amor dispuesto al sacrificio con tal de producir vida. Poco favor nos hacen esas figuras dulzonas del Corazón de Jesús y algunas devociones erráticas que buscan conjugar las matemáticas con la fe: nueve viernes, siete sábados, tres Avemarías...

El Corazón de Jesús nos muestra un amor inclaudicable por las causas del ser humano: por su valoración, su dignidad y su vida. Amor que llega hasta la cruz. Amor que no cuenta números sino que se entrega sin condiciones. Amor eficaz porque contagia vida.
SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO

martes, 13 de junio de 2017

San Antonio de Padua.

Diez datos curiosos de SAN ANTONIO, uno de los santos más queridos y populares entre los católicos.
1. No se llamaba Antonio, no nació en Padua ni era italiano
Nació en Lisboa, Portugal, en 1195. Se llamaba Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo. A los 25 años adoptó el nombre de Antonio cuando se hizo franciscano.
2. Fue agustino antes de ser franciscano. 
A los 15 años ingresó a los Canónigos Regulares de San Agustín. Diez años después ingresó a los Frailes Menores Franciscanos.
3. Pudo ser mártir 
Decidió ingresar a los Frailes Menores para predicar a los sarracenos y estaba dispuesto a morir por amor a Cristo. Se fue a Marruecos, pero una severa enfermedad lo obligó a retornar.
4. Era un gran predicador
Tenía una voz clara y fuerte, talante imponente, memoria prodigiosa y un profundo conocimiento, el espíritu de profecía y un extraordinario don de milagros.
5. Lleva un Niño Jesús en brazos por una aparición
Fue testigo de una aparición del Niño Jesús a quien sostuvo en brazos.
6. Su milagro más famoso permitió que un hombre recupere un pie amputado
En Padua, un joven de nombre Leonardo, en un arranque de ira, pateó a su propia madre. Arrepentido, le confesó su falta a San Antonio quien le dijo: "El pie de aquel que patea a su propia madre, merece ser cortado." Leonardo corrió a casa y se cortó el pie. Enterado de esto, San Antonio tomó el miembro amputado del joven y milagrosamente lo reunió al cuerpo.
7. Lo conocen como el santo más milagroso
Su fama de obrar actos prodigiosos nunca ha disminuido y aún en la actualidad es reconocido como el más grande taumaturgo de todos los tiempos.
8. Es conocido como “el Santo de todo el mundo”
León XII lo llamó “el Santo de todo el mundo” porque por todas partes se puede encontrar su imagen y devoción. Es patrón de los pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros.
9. Acuden a él para pedir un buen esposo o esposa 
Por esta razón algunas personas llegan a poner su imagen de cabeza, pero esto es una superstición y una práctica no cristiana.
10. Su canonización fue la más rápida de la historia
El Papa Gregorio IX lo canonizó menos de un año después de su muerte en Pentecostés el 30 de Mayo de 1232.