Enseña nuestra Fe católica. Que después de la muerte seremos juzgados por Dios de nuestros pecados personales y recibiremos el premio o castigo merecidos.
Hay otros pecados llamados públicos; son los que se cometen públicamente por los pueblos, naciones, países, y sociedades con leyes inicuas creadas por autoridades perversas, [como los abortos que son crímenes de niños e inocentes indefensos en el vientre de la madre, pecados contra la Ley Natural, blasfemias públicas contra Dios, condenas injustas, mentiras públicas de algunos gobernantes… etc. etc.] Estos pecados los castiga Dios en esta vida con calamidades públicas [terremotos, tsunamis, sequías, inundaciones, volcanes poderosos, guerras (según la Virgen de Fátima), la elección de gobernantes perversos y malos, … etc. etc.]
Un ej. histórico es el pueblo judío que no piso reconocer a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, a pesar de los muchos milagros que vieron y constataron, y públicamente lo condenaron injustamente a la muerte pidiendo que su sangre cayera sobre ellos y sobre sus hijos. Dios castigó a Jerusalén a ser destruida; fue sitiada, y después de haber sufrido un hambre horrible, fueron sus habitantes pasados a cuchillo por los romanos; murieron un millón de judíos, y del Templo no quedó piedra sobre piedra, como había anunciado Jesucristo
Así como en las tormentas los rayos son neutralizados por los pararrayos, así la justicia de Dios se contiene ante las oraciones de las almas contemplativas y de clausura. La ciudad de Nínive fue perdonada porque públicamente hizo penitencia de sus pecados. (Mt. 12, 41) Y Jesús nos advierte que si no hiciéremos penitencia todos pereceremos (Lc. 13,5)
Aquí os transcribo lo más importante de una carta escrita por la japonesa Egumi Miyata. Es para leerla y meditarla delante Dios. Es una amenaza que está en el aire, y quiera la misericordia de Dios salvarnos de ella. Pero antes os envío estas palabras augustas del Papa Pío XI, Encíclica “Quas Primas”, 11 diciembre,1925: “Mientras indagábamos las CAUSAS PRINCIPALES DE LAS CALAMIDADES que oprimen y angustiaban al género humano, recordamos haber dicho claramente que tan grande inundación de males se extendía por el mundo porque la mayor parte de los hombre se habían alejado de Jesucristo y de su santa Ley en la práctica de su vida, en la familia y en las cosas públicas”…
Egumi Miyata, ciudadana japonesa, escribió desde Japón una carta cuyos párrafos interesantes transcribimos.
Acabo de recibir un mensaje de un amigo que tiene información de un oficial del ejército japonés. Dice que en la planta nuclear de Fukushima el reactor nuclear ha empezado a fundirse y que no hay nada que se pueda hacer para prevenir la explosión, todo lo que están intentando hacer es simplemente retrasarla.
Hay cuatro o cinco veces más combustible nuclear en Fukushima que en Chemobil, y lo que hace esta situación mucho peor, es que Fukushima tiene seis reactores, uno junto al otro, y el tercer reactor está utilizando como combustible mox (mezcla de óxidos) que contiene plutonio, y como sabéis, el plutonio tiene una radiactividad muy alta.(…)
Es cierto, hay muchas informaciones circulando ahora mismo en Japón, un montón de afirmaciones y rumores. Cuesta mucho averiguar qué es realmente verdad. La televisión dice una cosa y en los periódicos vemos otra. Hay e-mails de advertencias y mensajes de móvil alertando sobre nuevos terremotos. Y la compañía eléctrica no nos informa de la verdad a tiempo. Todo ello nos confunde y nos agota y lo peor podría ser que la gente cayera en el pánico.
Pero el hecho es que el peligro al que nos estamos enfrentando ahora es vuestro también. Si la explosión ocurriese, la radiación se extendería por todo el mundo, a través del mar, la comida, el aire... En los desastres de Three Mile Island en 1979, Chernobil en 1986, los humanos no aprendimos las lecciones que nos costaron tanto.(…)
Oí que hubo una manifestación en Alemania en contra de las centrales nucleares. Por favor, seguid. Si todos nosotros no podemos aprender la lección de ésta catástrofe, nos jugamos el presente y futuro del planeta.(…) Por favor, no perdáis el tiempo. Si creéis que los japoneses necesitamos ayuda, hay algo que sí podéis hacer: ¡Por favor, cambiad el mundo! Con amor y esperanza, Megumi