Con sabiduría, Benedicto XVI apuntaba que «perdonar no es ignorar sino transformar». Y pedía oponer al océano del mal un océano de bondad, permaneciendo en la gratuidad: «Nada puede mejorar el mundo si el mal no es superado. Y el mal solo pude ser superado con el perdón… un perdón eficaz; perdón que solo nos lo puede dar el Señor».